Cuando los submarinos argentinos remontaron el río Paraná

04 julio 2022

Fue en octubre de 1933 cuando el ARA Santa Fe, el ARA Salta y el ARA Santiago del Estero arribaron al Puerto de Santa Fe para recibir el pabellón de combate.


El público se volcó a las costas santafesinas del río Paraná para observar la llegada de los tres submarinos.


Redacción Argenports.com

   Los primeros tres submarinos que tuvo nuestro país cumplieron su primera prueba en el río Paraná, lo que significó un hecho emblemático para la Armada Argentina.

   El arribo del ARA Santa Fe, el ARA Salta y el ARA Santiago del Estero a la ciudad de Santa Fe para recibir el pabellón de combate se produjo hace 87 años (en octubre de 1933).

   Los tres sumergibles fueron los primeros que adquirió nuestro país y fueron construidos en Italia.

    Todo comenzó a gestarse en 1926 cuando se decidió sumar tres submarinos para la flota nacional. Fue el ministro de Marina, Almirante Manuel Domecq García, quien encabezó las gestiones y autorizaciones para semejante empresa.

   “Mediante la Ley Nº 11.378, además de la compra, se estableció la construcción de la infraestructura necesaria en las tierras aledañas al puerto de la ciudad de Mar del Plata.

   Así se dio origen al “Comando de la Fuerza de Submarinos” y a la Base Naval Mar del Plata”, se explica en la web oficial de la Armada Argentina.

   La construcción comenzó en octubre de 1927 y se realizó en Taranto, Italia; por ello luego fueron apodados los “tarantinos”, pero los nombres oficiales de los sumergibles fueron el “ARA Santa Fe”, “ARA Salta” y “ARA Santiago del Estero”.

   El primero en llegar a Mar del Plata fue el “Santa Fe” convirtiéndose en la primera nave de este tipo operativa. Luego, el 3 de septiembre de 1933 arribaron las dos restantes.

Entrega de banderas de combate

   Santa Fe fue la ciudad seleccionada para realizar la ceremonia de entrega de bandera de combate para cada sumergible. Con gran expectativa, las autoridades locales adecuaron las instalaciones del puerto para la recepción con público. La fecha pautada para la ceremonia oficial fue el domingo 15 de octubre, pero los gigantes acuáticos llegaron el día anterior.

   “La llegada de los submarinos a esta Capital dio motivo a una magnífica recepción”, tituló el diario El Litoral el sábado 14 de octubre de 1933.

   En esa detallada crónica, se cuenta que un equipo periodístico se embarcó en un pequeño bote para llegar al encuentro de los submarinos.

   “Un sol veraniego resplandecía sobre las aguas quietas del canal mientras, en torno, edificios embanderados barcos empavesados con grupos de personas impacientes a la expectativa, eran un anticipo del espectáculo que se ofrecería más tarde”, arranca el artículo.

   En otro tramo de la extensa nota se destaca: “El pueblo de Santa Fe, comienza haciéndose presente. Sobre la orilla se mueven multitud de canoas, pintadas recientemente, como vestidas de fiesta, regalo para los ojos y coquetería de sus dueños: hermosa nota policroma que el sol hace relucir cerca de las aguas plateadas. Boteros y pescadores humildes rindieron así su delicado homenaje a los huéspedes que llegaban”.

   “Allá a lo lejos, avanza una mancha grisácea, sobre cuyo lomo delgado el sol iluminándolo. Avanza muy despacio, casi que acaricia el agua”, describe con lujos de detalles la nota que este diario guarda entre sus más preciados archivos.

   “Su silueta fina, acerada, se desliza sobre las aguas del canal sin impaciencia; la proa corta la superficie con un suave rumor de tijeras que cortan un paño de seda”, agrega.

   En cuestión de minutos, hacen su aparición los otros dos submarinos y, bajo la atónita mirada de los santafesinos, realizaban maniobras de acercamiento.

   “Los tres alineados paralelamente al desembarcadero, reciben el homenaje de una multitud densa, apretada, que los contempla desde la explanada y los diques vecinos. Allí está todo Santa Fe”, describió El Litoral en 1933.

   Marinos y la policía desplegaron un estricto operativo de control para contener a esa masa de gente que estaba ávida de conocer a los visitantes.

   Minutos más tarde, se realizó una breve bienvenida con autoridades militares, del puerto y de la Comisión de Agasajos; luego fueron hacia la Casa de Gobierno, donde continuaron con las actividades protocolares. La noche se cerró con una fiesta en los salones del Jockey Club.

   El domingo fue el día indicado. Los submarinos ya estaban prestos a recibir las banderas de la República Argentina. Desde temprano, se desarrollaron una serie de actos, bajos estrictos protocolos de seguridad que culminaron con el izamiento de la insignia patria en el sumergible.

   “El pueblo dio la nota emocionante; no exageran quienes afirman que los submarinos han recibido esta mañana el más grato de los homenajes. Millares de personas, vinculadas por el mismo sentimiento, seguían con suma atención el ceremonial, y en más de una cara vimos correr lágrimas”, detalla El Litoral.

   La ceremonia contó con la presencia de autoridades locales, provinciales y nacionales, del ámbito político, eclesiático y militar. Desde temprano, se armó una caravana para escoltar los cofres donde estaban guardadas las banderas.

   Acto seguido, monseñor Fasolino bendijo los símbolos patrios y minutos más tarde procedió a entregarlos a los comandantes de cada submarino.

   “Los marinos, acompañando a las madrinas y con las banderas, pasaron a bordo de los respectivos sumergibles; en ese momento la banda del 12 ejecutó el Himno Nacional que fue coreado por la concurrencia. El capitán Poch, jefe de la escuadrilla, anunció que el martes próximo saldrá para puerto Belgrano”.

   Las celebraciones continuaron con dos banquetes, uno al mediodía y otro por la noche. Ambos se desarrollaron en el Hotel Ritz, que por aquel entonces brillaba en el centro de la ciudad capital. Del encuentro participaron la mayoría de las autoridades que protagonizaron los actos en el puerto.

   Desde entonces, aquel 15 de octubre de 1933 es recordado por la puesta oficial de funciones de los primeros submarinos con los que contó la Nación. Justamente aquí, en la ciudad de Santa Fe, se escribió una de las páginas doradas de la historia naval argentina.

Las características de las embarcaciones

   Según el sitio web “Historia y Arqueología Marítima”, los sumergibles clase “Cavallini”, (conocidos en nuestro país como los “tarantinos” por su fabricación en el Astillero Franco Tosi, Taranto, Italia) presentaban las siguientes características:

   Dimensiones: Eslora 64,24 mts. - manga 6,68 mts..- calado 5,05 mts. - Puntal 6,00 mts.

   Potencia motriz y performances: dos motores diesel Tosti de 3000 hp para navegación en superficie. Un motor eléctrico de 1.400 hp para navegar en inmersión. Dos hélices. Diesel oil 90 tons. Autonomía 7.100 millas. Velocidad en superficie 17,5 nudos, en inmersión 8,5 nudos. Profundidad operativa 80 mts.

   Armamento: 8 tubos lanzatorpedos de 530 mm, 4 a proa y 4 a popa. 1 cañón de 100 mm. 1 ametralladora de 40 mm. 2 periscopios. Pocos años antes de su radiacion de servicio se cambiaron los cañones de 100 mm. por un montaje doble AA Bofors de 40 mm.

   Tripulación: 40 hombres.

La historia del ARA Santa Fe

   Fue el primero de los submarinos que tuvo el país. Tras su fabricación en Italia llegó a la Argentina el 7 de abril de 1933. Hasta septiembre de 1956 participó activamente en el adiestramiento y formación del personal submarinista de la Armada.

   Según el citado sitio, una de las proezas del “Santa Fe” ocurrió en 1938 cuando salvó a una lancha de pescadores durante una fuerte tormenta en aguas del Cabo Corrientes. Los náufragos agradecieron al comando entregándole una medalla de oro recordatoria. Tras quedar fuera de servicio fue desguazado.