El gasoducto permitirá abastecer a grandes zonas del país en pocos años, ampliar el polo petroquímico de Bahía Blanca y exportar GNL por ese puerto, entre otros beneficios.
Por Adrián Luciani
aedgarluciani@gmail.com
No dejó de llamar la atención hoy, en uno de los principales diarios del país, el anuncio de la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, entre Vaca Muerta y el norte bonaerense y sur de Santa Fe.
Más allá de la buena noticia que supone una obra de este tipo, existen algunos elementos como para tomar dicha novedad con cautela, sobre todo porque aún no están asegurados los fondos necesarios para su licitación.
Por ejemplo, no dejó de llamar la atención que el anuncio partiera de fuentes y funcionarios de segunda o tercera línea, cuando una obra de semejante trascendencia y envergadura bien podría ser anunciada por el presidente de la Nación.
Puede ser que se trate de una filtración, pero es raro que en momentos de vacas flacas para la obra pública y en plena campaña electoral, no haya sido posible para el oficialismo cuidar el manejo mediático de un proyecto enorme.
También resulta extraño que alguien que ha venido bregando desde hace mucho tiempo por este gasoducto, como el secretario de Energía, Darío Martínez, al momento de haberse decidido su construcción no haya emitido palabra alguna en las redes sociales.
Incluso, por si faltara algo, llama la atención que el medio que dio a conocer la noticia luego, rápidamente, la bajara de puesto 1 al 17 en su grilla digital.
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No caben duda que la obra en algún momento se hará porque el país necesita imperiosamente poder transportar más gas desde Vaca Muerta hacia el norte, y todos en el gobierno coinciden en que la obra adecuada es este gasoducto, con sus dos etapas: Tratayén – Salliqueló y Salliqueló – San Jerónimo.
Lo ideal sería, teniendo en cuenta que la obra implicaría unos 18 meses de trabajos, que se avance ahora rápidamente para inaugurar el ducto (capaz de transportar 19 millones de metros cúbicos) en el invierno de 2023, pero eso hoy parece una posibilidad lejana.
Hoy, al profundizar en el tema, la periodista Victoria Terzaghi, del diario Río Negro, señaló que esta obra clave para para el avance de la producción de gas de Vaca Muerta no cuenta aún con el respaldo financiero para poder ser licitada.
En su informe, que lleva por título: “El gasoducto Néstor Kirchner: entre la falta de fondos y la interna”, dijo que si bien en el gobierno hay consenso en concretar esta obra, no lo hubo en cómo anunciarla
“Mientras que desde un sector del gobierno se salió hoy a dar por hecho su construcción, desde otros ámbitos del mismo gobierno se advirtió que "no podemos licitarla porque no tenemos los fondos".
El proyecto cuenta este año con un aporte en la ampliación presupuestaria de unos 183 millones de dólares, y otros 487 millones de dólares en el proyecto de presupuesto para 2022.
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Sin embargo, esa cantidad de fondos no resulta suficiente para la construcción de un plan que en su primera etapa demanda de 1491 millones de dólares.
“Pese a esto, hoy tanto el subsecretario de Energía Eléctrica de la Nación, Federico Basualdo; el interventor del Ente Nacional Regulador del Gas, Federico Bernal, el titular de la exEnarsa hoy Ieasa, Agustín Gerez, e incluso el presidente de YPF, Pablo González, destacaron las ventajas de realizar esta obra que dieron por hecho que comenzará a ejecutarse, aunque sin mencionar un plazo”, dijo Terzaghi.
Sin embargo –agregó--, desde el mismo gobierno, se advirtió que pese al optimismo de los funcionarios, "no podemos licitar nada sin tener el financiamiento y el financiamiento no está definido aún".
La estrategia seguida por las áreas de Energía y Economía apunta, en primer lugar, a la emisión de títulos con garantía del Estado por el dinero que resta para completar el presupuesto, es decir por unos 800 millones de dólares.
Sobre este punto, Terzaghi dijo que la idea del gobierno es que parte de esos títulos sean tomados por Ieasa -previa modificación de sus facultades- y otra parte por inversores privados entre los que se mira con cariño a las mismas empresas hidrocarburíferas.
“El segundo plan es generar una serie de modificaciones normativas para que los fondos del Impuesto a la Riqueza que se direccionó a Ieasa e YPF pueda ser utilizado para la obra, ya que de momento solo puede ser utilizado para proyectos de producción de gas”.
Tampoco hay que descartar la posibilidad de que el gobierno de China decida financiar las obras o que se instrumente un sistema en el que se genera una suerte de financiamiento por la carga que tendrán las distribuidoras, y por la cual el gobierno terminaría subsidiando un porcentaje de ese costo.