Por Redacción Argenports.com
Hace 40 años la actividad portuaria bahiense no paraba. En la Junta Nacional de Granos, el trabajo era intenso.
Los obreros cumplían con jornadas extenuantes y el Silo 5 operaba 17 horas diarias, en dos turnos, desde las 7 de la mañana hasta pasada la medianoche.
Un martes de caos en el Silo 5
El martes 12, el turno de las 16:00 horas ingresó al silo y rápidamente notó que sería una jornada complicada. Polvo en suspensión, calor extremo y penumbra hacían del ambiente un desafío.
La falta de viento agravaba la situación: el polvo de cereal permanecía suspendido desde la mañana, mientras cerca de 100 camiones esperaban su turno para descargar.
Aunque 72 horas antes se habían limpiado los ventiladores y el piso de distribución, la acumulación de polvo era tal que el sistema de ventilación no lograba disiparlo.
En medio de estas condiciones, Oscar Garbarino, encargado del taller, entregó seis mascarillas a los trabajadores que reparaban un reedlers en los túneles de descarga.
La concentración de polvo los obligaba a usar doble protección para poder respirar.
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El inicio de la explosión
A las 23:00 horas, el Silo 5 funcionaba a plena capacidad. Para evitar el sobrecalentamiento del motor, el encargado detuvo la noria 1.
Su jefe le indicó que debía encender otra para no interrumpir el ritmo de carga, por lo que se activó la noria 4, que llevaba tres horas detenida.
También la noria 3 estaba fuera de funcionamiento.
Esa noche, el Silo 5 almacenaba 50.000 toneladas de cereal, equivalente al 80% de su capacidad.
Faltaba menos de una hora para que terminara el turno cuando la tragedia se desencadenó.
La explosión que cambió todo
Sobre la cabeza de noria del sector 3, una polea elevó su temperatura hasta el punto de generar chispas en la cinta transportadora.
El polvo en suspensión ya había alcanzado un nivel explosivo.
La combinación de estos factores desató el desastre: primero, una pequeña explosión y un principio de incendio.
Segundos después, una serie de estallidos en cadena, cada vez más violentos. En cuestión de minutos, el edificio se transformó en una trampa mortal.
¿Accidente o atentado?
Los peritos de Bomberos, Prefectura y la Policía Federal nunca lograron determinar la causa exacta de la explosión. Se barajaron varias hipótesis:
Chispas de la cinta transportadora
Encendido accidental de un fósforo
Un desperfecto eléctrico
Entre hipótesis diversas y varios informes periciales, en 1986 la justicia federal cerró la causa sin procesar a ningún responsable.
Sin embargo, los sobrevivientes sostienen hasta hoy que se trató de un atentado, similar al ocurrido en 1977 en el mismo lugar.
Las instalaciones evidenciaban cables pelados en las paredes, las cintas de las norias estaban flojas y las lámparas incandescentes no contaban con protección.
Muchos coincidieron en que la precariedad laboral estaba presente en toda su expresión.
Consecuencias devastadoras
Las explosiones destruyeron:
La plataforma de descarga de camiones
El techo del túnel de embarque N°2
Oficinas y salas de control
Los silos y sobresilos colapsaron, aplastando todo lo que había debajo, incluidas personas.
Minutos después, los vecinos corrieron al lugar. Muchos de ellos tenían allí a sus hijos, hermanos, esposos, amigos y padres.
La tragedia del Silo 5 dejó una marca imborrable en la historia de la Junta Nacional de Granos y en la memoria de quienes vivieron aquella fatídica jornada.
URGARA tenía previsto un gran programa recordatorio pero la trágica inundación del pasado viernes 7 hizo que se pospusiera.
De todas formas, los hechos siguen invitando a la reflexión y a la necesidad de evitar que se repitan.