Por Redacción Argenports.com
A fines del siglo XIX, la construcción del sistema ferroviario marcó un antes y un después en la historia económica argentina: permitió exportar granos y carnes desde el interior hacia Europa y colocó al país entre las economías emergentes más prometedoras del mundo.
Hoy, según señala Fabián Onetti, presidente de Winston Capital Advisors, más de 140 años después, Argentina enfrenta una oportunidad de escala similar, pero esta vez con un nuevo protagonista: el gas natural de Vaca Muerta.
Con reservas entre las cinco más grandes del planeta, el país tiene el potencial de convertirse en un actor clave del mercado global de energía si logra desarrollar un sistema de producción y exportación de gas natural licuado (GNL).
El impacto podría ser monumental: hasta USD 50.000 millones en exportaciones anuales, según proyecciones del sector.
El gas, clave para el futuro energético global
Onetti, en una nota de opinión publicada en Infobae, señala que el mundo avanza hacia una transición energética que combina fuentes renovables con alternativas más limpias que el carbón, como el gas.
A su entender, la guerra en Ucrania aceleró ese proceso y dejó en evidencia la necesidad de diversificar proveedores. Europa, antes dependiente del gas ruso, ahora busca nuevas fuentes en regiones estables y con capacidad de producción sostenida.
En paralelo, Asia —con China, India, Japón y Corea del Sur a la cabeza— se consolida como un comprador estratégico de GNL. Hoy, más de 48 países importan gas licuado, y el mercado mundial está en plena expansión.
Vaca Muerta, una reserva con proyección global
Con sus yacimientos no convencionales, Vaca Muerta podría colocar a Argentina como el quinto exportador mundial de GNL, detrás de Estados Unidos, Australia, Qatar y Rusia.
Las proyecciones estiman una capacidad de producción de 88,4 millones de toneladas por año (MTPA), si se completa la infraestructura necesaria.
Esto implicaría ingresos comparables al total de las exportaciones agroindustriales actuales y la posibilidad de duplicar el PBI argentino en una década, posicionando al país como un proveedor energético de escala global.
El proyecto de GNL: inversión y hoja de ruta
Según Onetti, para lograr ese salto, el país necesita una inversión estimada entre USD 20.000 y USD 30.000 millones. El núcleo del proyecto es un gasoducto desde Vaca Muerta hasta Punta Colorada (Río Negro), donde se prevé instalar infraestructura de licuefacción.
La estrategia actual contempla un desarrollo escalonado mediante:
- Barcazas licuefactoras: plataformas flotantes que permiten exportar GNL en menor tiempo, aunque con menor eficiencia. Cada unidad produce entre 2 y 3 MTPA.
- Hoy solo existen 8 barcazas de este tipo en el mundo (14 MTPA de capacidad total) y todas tienen contratos activos, por lo que Argentina debería construir nuevas, lo que implica demoras de más de 4 años (promedio de 51 meses por unidad).
Otra alternativa más rentable a largo plazo es la instalación de una planta de licuefacción en tierra, con un costo estimado de USD 10.000 millones por cada 10 MTPA de capacidad.
Aunque más eficiente, esta opción presenta mayores riesgos para los inversores, especialmente en un país con antecedentes de volatilidad económica y cambios normativos.
El modelo Mozambique y la necesidad de liderazgo
A modo de referencia, Mozambique avanza con un proyecto de GNL liderado por TotalEnergies por USD 20.000 millones, que ya cuenta con un préstamo de USD 4.700 millones del Eximbank. La experiencia muestra que, con una estructura jurídica sólida y apoyo internacional, estos desarrollos son viables incluso en contextos desafiantes.
En ese sentido, se propone la creación de un “Zar del GNL argentino”, una figura con rango de Secretario de Estado, con línea directa al Presidente de la Nación y la misión específica de articular inversiones, licencias y acuerdos para acelerar el desarrollo del proyecto.
Una oportunidad histórica para cambiar el rumbo del país
La magnitud del desafío es comparable a la que enfrentó Argentina en 1880 con los ferrocarriles. Entonces, se construyeron más de 30.000 kilómetros de vías con capital privado, cambiando la matriz productiva nacional.
Hoy, el complejo energético argentino puede convertirse en el motor de una nueva revolución económica. Vaca Muerta ya está en marcha, pero necesita una política energética de Estado, inversiones de largo plazo y capacidad de ejecución.
Para Onetti, el gas natural licuado puede ser la llave del desarrollo. Aprovechar esta ventana histórica requiere visión, liderazgo y acción coordinada. El salto es posible. La historia, otra vez, llama a la puerta.