Por Redacción Argenports.com
El ARA Independencia fue el primer portaaviones que tuvo la Armada Argentina y uno de los buques más emblemáticos de su historia naval.
Durante diez años de servicio activo, entre 1959 y 1969, esta imponente nave de 222 metros de eslora, 27 metros de manga y más de 19.000 toneladas recorrió miles de millas del litoral marítimo argentino con su grupo aéreo embarcado.
Convertido rápidamente en buque insignia de la Flota de Mar, el portaaviones fue también una verdadera escuela flotante. Desde el primer despegue realizado desde su cubierta el 8 de junio de 1959 hasta el último apontaje, el 11 de diciembre de 1968, decenas de pilotos navales se formaron a bordo.
De HMS Warrior a ARA Independencia
El buque fue construido en los astilleros Harland & Wolff, en Belfast, Irlanda del Norte, para la Royal Navy. Finalizado en enero de 1946, sirvió durante más de una década en la flota británica bajo el nombre de HMS Warrior.
En 1958, la Argentina inició las gestiones para su adquisición, que se concretaron en septiembre de ese año mediante un decreto del presidente Arturo Frondizi. Para financiar la compra, la Armada Argentina vendió los exacorazados Moreno y Rivadavia y el guardacostas Pueyrredón.
El decreto presidencial también estableció su nombre, destacando que “la expresión Independencia refleja uno de los más caros ideales nacionales y rememora la gesta heroica de nuestros próceres”.

La necesidad de una aviación embarcada
El capitán de navío retirado Juan José Membrana, piloto naval, veterano de guerra y actual presidente del Instituto Aeronaval, explica en dialogo con “La Nación”, que la Armada Argentina ya contaba con aviación embarcada desde fines de la década de 1920, aunque limitada al apoyo desde tierra.
La evolución de la guerra naval y el desarrollo de los portaaviones en las principales potencias impulsaron la necesidad de contar con una plataforma que permitiera operar aviones en alta mar durante períodos prolongados. Esa necesidad estratégica encontró su respuesta con la incorporación del ARA Independencia.
Un buque pionero en su diseño
El ARA Independencia era un portaaviones liviano del tipo Colossus, con turbinas de 42.000 HP, cuatro calderas y dos ejes.
Fue además uno de los primeros buques en incorporar el concepto de pista de aterrizaje angulada, una innovación clave para mejorar la seguridad de las operaciones aéreas embarcadas.
La cubierta contaba con una línea de aterrizaje desviada seis grados, lo que permitía abortar una maniobra sin riesgo de colisión con los aviones estacionados en proa, una solución que surgió tras múltiples accidentes en conflictos anteriores.

La llegada a la Argentina
El 16 de septiembre de 1958 se convalidó formalmente la compra y una tripulación argentina viajó a Portsmouth para alistar el buque. El 4 de noviembre de ese año se izó por primera vez la bandera nacional, bajo el mando del capitán de navío Carlos Sánchez Sañudo.
El portaaviones zarpó rumbo a la Argentina el 10 de noviembre de 1958 con una tripulación inicial de 500 hombres. El 30 de ese mes ingresó a la Base Naval Puerto Belgrano escoltado por el ARA General Belgrano y el ARA Almirante Brown, en medio de una salva de 21 cañonazos.
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Los aviones del ARA Independencia
El grupo aéreo embarcado incluía aviones de entrenamiento SNJ-5 Texan, cazabombarderos Vought F4U Corsair y helicópteros Sikorsky S-55. En total, el buque podía operar entre 20 y 22 aeronaves.
Con el tiempo, se incorporaron aviones antisubmarinos Grumman S-2A Tracker y aeronaves a reacción como los Grumman Panther y Cougar, que marcaron un salto tecnológico en la aviación naval argentina.
Las operaciones permitían el despegue de un avión por minuto en carrera libre y uno cada 100 segundos mediante catapulta hidráulica, un sistema que aceleraba las aeronaves hasta 200 kilómetros por hora en apenas 50 metros.

Vida a bordo de un portaaviones
Membrana describe la vida en un portaaviones como una actividad ininterrumpida. El buque debía operar las 24 horas del día, con turnos constantes para el manejo de aeronaves, catapultas, combustible, máquinas y navegación.
La preparación de una tripulación y de los pilotos navales para operar en este tipo de buques demandaba entre tres y cuatro años de entrenamiento continuo, incluso en tiempos de paz.
Maniobras y operaciones destacadas
Durante su servicio, el ARA Independencia participó en numerosas maniobras conjuntas, ejercicios de ataque y defensa, y operaciones de desembarco. En 1964 intervino en el Operativo Caimán, en el Golfo Nuevo, cuyo objetivo fue la ocupación simulada de la ciudad de Trelew.
También integró los Operativos Unitas junto a marinas de Estados Unidos, Brasil y Uruguay, consolidando la interoperabilidad regional.
En 1968, un accidente durante ejercicios en el Golfo Nuevo provocó la caída al mar del conscripto Isidoro Brullón, una de las tragedias que marcaron la historia del buque.

El final y el desguace en Rosario
En 1969, con la incorporación del portaaviones ARA 25 de Mayo, adquirido a los Países Bajos, el ARA Independencia fue retirado de servicio y enviado a desguace en la ciudad de Rosario.
Gran parte de su estructura metálica fue reutilizada por la industria siderúrgica, mientras que otros componentes se destinaron a usos civiles, como la construcción de silos para granos. El resto fue vendido como chatarra.
Una reflexión sobre el presente
Para Membrana, la experiencia de los portaaviones sigue siendo una referencia estratégica. La Argentina posee un área marítima de interés equivalente a su territorio continental y necesita capacidades que le permitan proteger esos espacios.
“No se trata de gastar sin sentido, sino de contar con Fuerzas Armadas capaces de defender los intereses nacionales en el mar”, resume el veterano piloto naval.









