En el debate sobre el futuro del Puerto de Buenos Aires, una idea es mencionada cada tanto, sobre todo desde puertos competidores: trasladar sus operaciones fuera del centro urbano para “liberar suelo” o “descongestionar la ciudad”. Sin embargo, un modelo internacional exitoso demuestra que otra visión es posible.
El caso de PortMiami, uno de los principales puertos de cruceros y carga del hemisferio, es la prueba concreta de que un puerto moderno, eficiente y sostenible puede coexistir en el corazón de una gran metrópoli. ¿Por qué Buenos Aires no podría hacer lo mismo?
Miami no trasladó su puerto, lo transformó. PortMiami está enclavado en la isla Dodge, a metros del centro financiero de la ciudad. No se movió ni se fragmentó. En cambio, se invirtieron más de u$s 1.000 millones en un proceso de transformación integral que incluyó infraestructura subterránea (túnel de acceso), integración ferroviaria, digitalización operativa, grúas eléctricas, y diseño arquitectónico de sus terminales de cruceros, hoy íconos del skyline de la ciudad.
Este modelo demuestra que un puerto puede crecer, modernizarse y reducir su impacto ambiental sin necesidad de ser expulsado del centro urbano. Y lo que es más importante: hacerlo potencia su valor económico y simbólico.
Centralidad estratégica y valor logístico
El Puerto de Buenos Aires no es un obstáculo urbano, sino un activo logístico esencial. Su cercanía al corazón del AMBA, donde se produce más del 50% del PBI nacional, lo posiciona como una terminal de valor estratégico, con conexiones directas al aeropuerto, la red ferroviaria nacional y los principales corredores viales del país.
Una muestra clara de cómo puede integrarse la infraestructura portuaria a la ciudad sin desplazarse fue la construcción del Paseo del Bajo, una obra clave inaugurada en 2019. Este corredor exclusivo para tránsito pesado, que conectó las autopistas metropolitanas con los accesos portuarios, eliminó el paso de camiones por el microcentro. Así, mejoró la fluidez logística, redujo tiempos y costos operativos, pero también resolvió un histórico problema urbano al liberar superficie para espacios verdes y reducir emisiones.
El Paseo del Bajo simboliza lo que Buenos Aires puede lograr cuando piensa en términos de integración inteligente, como lo hizo Miami con su túnel subterráneo.
Modernizar sin mudarse
Lo que Miami logró en apenas una década es un ejemplo replicable. Buenos Aires también puede impulsar un plan integral de renovación tecnológica, sustentabilidad ambiental e integración urbana. Esto incluiría electrificación de grúas, digitalización total de operaciones, creación de áreas buffer verdes, acceso ferroviario eficiente y medidas de resiliencia ante el cambio climático.
Así como PortMiami lanzó su programa “Green Ports”, Buenos Aires podría convertirse en el primer puerto verde de Sudaméricasin ceder su histórica ubicación ni su protagonismo regional.
Vigente, estratégico y necesario
En lugar de pensar en su cierre o desplazamiento, el Puerto de Buenos Aires debe ser revalorizado como una plataforma fundamental para la competitividad argentina, la generación de empleo y la proyección internacional de la ciudad.
Como lo demostró Miami,la clave no está en huir del centro urbano, sino en innovar desde dentro. Con decisión política, inversión público-privada y planificación integrada, el Puerto de Buenos Aires puede convertirse en un faro de desarrollo logístico moderno, sostenible y urbano. El modelo existe. solo hay que animarse a seguirlo.
Fuente: El Cronista (Mario Goicoechea)