El puerto del sur bonaerense se encuentra a las puertas de cambios muy importantes. Foto CGPBB.
Por Adrián Luciani
aedgarluciani@gmail.com
Sólo el tiempo dirá si las enormes inversiones que se pronostican para Bahía Blanca y la región finalmente se traducen en hechos concretos.
Las chances están, y no son pocas, sobre todo gracias al crecimiento de la producción de hidrocarburos en Vaca Muerta y las condiciones estratégicas que tienen el puerto local y el área industrial circundante para aprovechar el desarrollo neuquino en materia de gas y petróleo.
Tan grandes son los proyectos en evaluación, alguno de ellos ya en marcha (por caso el nuevo oleoducto Allen – Puerto Rosales), que el Consorcio de Gestión del Puerto acaba de lanzar un plan rector para el desarrollo local y regional.
Del mismo forman parte en una primera jornada de trabajo, realizada la semana pasada en el puerto, una multisectorial conformada por la Provincia, el Municipio, Unión Industrial. Bolsa de Comercio, Corporación del Comercio, Bolsa de Comercio, Bolsa de Cereales, Asociación de Ganaderos y Agricultores, Ente Zona Franca, universidades, locales, entidades gremiales y distintos representantes de la actividad portuaria.
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La coordinación del desarrollo del plan está a cargo de la Universidad Provincial del Sudoeste (UPSO).
Ahora bien, ¿por qué y para qué el puerto de Bahía Blanca acaba de lanzar un plan rector de este tipo?
La respuesta puede encontrarse tanto en la magnitud de los proyectos en danza, como en la historia no demasiado lejana de la ciudad y la necesidad de no repetir algunos errores del pasado, donde la falta de mano de obra calificada y empresas preparadas, propició la contratación de mano de obra y pymes fuera del ámbito local, entre otras cuestiones.
Podrá discutirse si esas grandes inversiones llegarán a concretarse o no, pero el Consorcio de Gestión busca anticiparse a los problemas y apunta a delinear soluciones, por caso ante el estrés logístico que seguramente generarán cientos y cientos de nuevos camiones en las rutas de la zona.
En ese sentido, más que preocupado, el puerto bahiense se muestra ocupado frente a la posible radicación de grandes emprendimientos.
Desde la izquierda, Juan Linares (gerente general), Federico Susbielles (presidente CGPBB) Y Hernán Vigier (rector UPSO) presentan el plan rector.
"No tengo dudas que la ciudad, la región y el país necesitan políticas de Estado y planificaciones que excedan los mandatos. La falta de previsión y la mirada de corto plazo ha afectado las posibilidades de desarrollo de Bahía y para revertir esa línea es que trabajamos”, afirmó Federico Susbielles, presidente del CGPBB.
En tal sentido, en el Consorcio hablan de dos hechos disruptivos que generarán profundos cambios a nivel local: la concreción del gasoducto Tratayén – Salliqueló y la duplicación de la capacidad de transporte del oleoducto Allen - Puerto Rosales.
Del primero señalan que aliviará a los otros grandes ductos que pasan por la zona (Neuba I, Neuba II y General San Martín), generando una importante disponibilidad de gas en Bahía Blanca, no sólo para exportar como GNL, sino también monetizado en procesos derivados de la separación del gas, por caso propano, butano, gasolina, además del desarrollo petroquímico que se hace de esa materia prima.
Sobre la exportación como GNL, en una reciente exposición, Juan Linares, gerente general del Consorcio, mencionó a los proyectos de licuefacción previstos.
Por un lado el de TGS – Excelerate (US$ 900 millones de dólares para una primera etapa, movimiento de 3 millones de toneladas adicionales para el puerto, 36 meses de obra y 3 mil personas para la construcción) y por el otro el megaproyecto de YPF – Petronas ( US$ 10 mil millones en una primera etapa y 40 mil al finalizar la tercera, entre 36 y 48 meses de obra, 3.000 y 5.000 trabajadores en la construcción y un movimiento para exportación de 25 millones de toneladas anuales.
Este sólo proyecto significa casi duplicar el movimiento actual del puerto, dejando por primera vez en segundo lugar a los granos.
Sobre el otro hecho disruptivo, el nuevo oleoducto a Rosales, este va a a permitir que para fines de 2024 se movilicen 7 millones de toneladas adicionales y para 2026 otros 15 millones adicionales, es decir, el 50 por ciento de lo que se mueve hoy en el estuario.
En tal sentido, Linares señaló que esa iniciativa ya está en obra, con mayor capacidad de almacenamiento y un nuevo muelle.
“Ya es un hecho y el oleoducto está en un gran estado de avance. Con lo cual claramente para Bahía Blanca y la región viene un crecimiento muy importante”.
Sin ir más lejos, el escenario de inversiones que el puerto visualizaba para 2030, ya lo está viendo para 2024.
Esto hace que en dos años se necesiten obras de profundización, ensanche del canal, rellenos, y ampliación del frente marítimo, por ejemplo, y todo esto con un sector cerealero que sigue creciendo.
“Estamos viendo el crecimiento, ya se está viendo la exportación de crudo. Al hablar de crecimiento armónico estamos hablando de accesibilidad logística, de recursos humanos para la obra y para el funcionamiento de esas nuevas plantas.
“Además –agregó--, estamos hablando de la relación con la ciudad, no solo en que nos vea bien, sino en tener la infraestructura, con quizás 7 o 8 mil personas que vengan a trabajar- Eso significa un gran desafío, además de un desarrollo armónico con el medio ambiente y la sustentabilidad”.
Como se dijo, Bahía Blanca se encuenttra a las puertas de cambios muy importantes que le exigen a su dirigencia estar a todo con este nuevo escenario sin distinciones partidarias o sectoriales. Hasta ahora, según se advierte, el rumbo parece ser el correcto.