Por Redacción Argenports.com
El país enfrenta una decisión estratégica: seguir exportando materias primas o utilizar el gas de Vaca Muerta como punto de partida de una nueva industrialización.
Horacio Augusto Pereira, magister en Políticas Públicas especializado en Desarrollo Productivo, sostiene que Argentina puede replicar, con identidad propia, el modelo noruego, construyendo un sistema que articule energía, industria y conocimiento.
Hoy, más del 60% del gas argentino proviene de Neuquén y la producción alcanzó cifras récord. También avanzan los proyectos de GNL impulsados por YPF junto a ENI, PAE, Shell y Golar, que podrían posicionar a Argentina entre los principales exportadores hacia 2030.
Pero el verdadero salto —advierte Pereira— no está solo en exportar gas licuado, sino en lo que el país pueda hacer con el gas que se quede aquí.

Gas como insumo, no solo como energía: petroquímica y valor agregado
El gas de Vaca Muerta es rico en líquidos —etano, propano, butano— que pueden procesarse para producir plásticos, fertilizantes, solventes, fibras, cauchos sintéticos y otros insumos industriales.
Pereira indica que la valorización de esos líquidos podría generar más de 5.000 millones de dólares adicionales al año, empleo técnico y sustitución de importaciones químicas.
A partir de esa base, el siguiente paso es impulsar la química fina: fármacos, cosméticos, agroquímicos, catalizadores, pinturas y biotecnología. Sectores de alto valor agregado donde Argentina ya tiene capacidades científicas y tecnológicas.
“La energía barata es la condición de base, pero la innovación química es el multiplicador”, sostiene.
El modelo noruego: reglas claras y aprendizaje industrial
En un artículo publicado por El Economista, Pereira toma como referencia el desarrollo noruego. Recuerda que cuando Noruega descubrió petróleo en el Mar del Norte, no tenía experiencia ni capital. Atrae compañías extranjeras, pero bajo reglas de contenido local, transferencia de tecnología y formación de proveedores nacionales. Así nace un clúster industrial capaz de exportar ingeniería, servicios y tecnologías al mundo.
El Estado no se quedó como mero recaudador: creó instituciones como Statoil y el Directorio del Petróleo, impulsó inversiones, exigió capacitación de personal y desarrolló un fondo soberano que reinvierte las rentas del gas en innovación y educación.

Instalaciones de Compañía Mega para el aprovechamiento de los líquidos del gas.
Un ecosistema industrial para Argentina
El especialista plantea que Argentina puede avanzar en un esquema integrado de upstream, midstream y downstream, con polos productivos en Neuquén, Bahía Blanca y Río Negro. Para lograrlo, propone tres pilares:
- Contenido local y desarrollo de proveedores nacionales.
- Institucionalidad especializada, una agencia que coordine industria, energía, tecnología y educación.
- Fondo soberano energético destinado a innovación, infraestructura y formación de capital humano.
En este contexto, el RIGI podría ser una herramienta clave, siempre que esté orientado a generar capacidad industrial y no solo beneficios fiscales.
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El futuro: exportar moléculas o exportar industria
Para 2030, Argentina podría consolidar un sistema energético con gas competitivo, renovables y una base petroquímica y química fina desarrollada.
Eso permitiría atraer sectores intensivos en energía como data centers, manufactura avanzada o inteligencia artificial.
Pereira sintetiza el desafío en una elección estratégica: exportar gas o exportar industria, conocimiento e ingeniería.










