Por Leonardo Valente
Licenciado en Economía
Como fenómeno histórico, el de la movilidad en nuestra región presenta la forma de distintos “ciclos” de desarrollo y evolución tecnológica, asociados a los de la industria a nivel global, pero en muchos casos desacoplados también de ella en función de nuestras particularidades socioeconómicas y el desarrollo de distintos formatos políticos y económicos en los gobiernos que se han ido sucediendo.
No fue sino hasta finales del siglo pasado en que la diferencia, -a la que llamaré “brecha tecnológica” en adelante- encontró su punto más bajo, con amplia disponibilidad de modelos sea en formato de importación pura, ensamblado o manufactura regional, en sintonía tanto con las políticas de apertura comercial de los distintos países, de la capacidad de fabricación en escala de los bloques regionales, o de la voluntad competitiva de los distintos actores de ofrecer vehículos con las prestaciones más recientes al público local.
Luego, la imposición sucesiva de estándares cada vez más restrictivos respecto del control de emisiones y la seguridad en países desarrollados, con el subsecuente impacto en el precio de las unidades, los requerimientos de escala y la rentabilidad de las compañías volvió a ampliar notoriamente esta brecha.
El despegue de la electromovilidad, complica aún más las cosas: Sin la posibilidad de contemplar subsidios estatales, y con un esquema que plantea una necesaria readecuación por completo de la infraestructura, el resultado es un ensanchamiento excepcional y peligroso en términos de desarrollo a largo plazo de estas diferencias, y la imposibilidad de la industria automotriz regional como la conocemos de poder revertir este fenómeno, al menos en el corto y mediano plazo.
En este punto, es importante mencionar que las reglas de juego son completamente diferentes: Muchos componentes reducen notablemente su complejidad (Motores, sistemas de transmisión e incluso chasis), al tiempo que otros aumentan la necesidad de centralización (destacadamente la fabricación de baterías) y otros configuran oportunidades excepcionales de exportación de conocimiento y propiedad intelectual, en particular la electrónica de control de motores y baterías (inversores y BMS).
Y definitivamente, la única posibilidad que tiene Latinoamérica para no perder el tren del desarrollo -que en un extremo puede dejar a gran parte de la sociedad literalmente a pie- es pensar nuevos formatos de integración y flexibilidad que contemplen estas particularidades, y es allí donde las Zonas Francas pueden ocupar un rol protagónico. ¿Como? Bien, no es mediante un único recurso sino la superposición de varias ideas:
En primer lugar desarrollando espacios para la creación y desarrollo de propiedad intelectual sin restricciones a la importación y exportación de materiales y prototipos. El talento disponible a nivel regional y nacional, en particular en el Sudoeste bonaerense donde existen empresas multipremiadas en la materia, encuentra una restricción notable en su capacidad de innovar cuando los proyectos requieren la experimentación física o el desarrollo de pequeñas series. Incluso herramientas como el Courier o el sistema Exporta Fácil no pueden resolver las complicaciones derivadas de la importación de nuevos productos no nomenclados, con restricciones paraarancelarias como seguridad eléctrica o que tengan como fin una reexportación.
También el desarrollo de motores y transmisiones puede favorecerse de la integración de productos de origen nacional como carcazas, estatores y bobinados que necesitan sumarse a materiales especiales como imanes de formas y características particulares, que no se fabrican en nuestro país, tanto con destino de reingreso al territorio aduanero general -para lo cual resulta imperativo sumar esta posibilidad, al menos en modo parcial, a la legislación vigente- como para su exportación a países de la región en condiciones ventajosas de logística tanto por su volumen y peso, como por sus menores tiempos de traslado.
Finalmente el corazón de estas nuevas iniciativas, el sistema de baterías, puede encontrar en el régimen de Zonas Francas un valor excepcional en la flexibilidad de poder almacenar grandes volúmenes de compra de celdas individuales, que puedan ser combinados en nuevos formatos en función de los requisitos de las distintas integraciones sin tener que depender de proveedores en las antípodas ante cualquier modificación necesaria en su formato o disposición, configurando también una ventaja excepcional.
En cualquier caso, resulta fundamental que los países y sus legislaciones comprendan este potencial de las Zonas Francas, que no es teórico sino que se encuentra ampliamente demostrado en la figura de las Áreas Económicas Especiales chinas, donde se destaca el polo automotriz eléctrico de Shenzhen – Guangzhou, sede de algunas de las automotrices y proyectos mas innovadores a nivel global, y establezcan en su agenda de prioridades la intención de ser participantes activos de este juego, hay mucho por ganar detrás de una decisión correcta, hay muchísimo por perder detrás de no hacer nada.