Por Redacción Argenports.com
Hace 49 años, la Argentina dejó en claro su postura frente a la intromisión británica en su territorio marítimo.
En 1976, el buque de investigación oceanográfica RRS Shackleton navegaba en aguas del Atlántico Sur con el objetivo de estudiar posibles reservas de petróleo.
La respuesta argentina fue inmediata: la expulsión del embajador británico y una contundente acción militar para detener la incursión extranjera.
El 4 de febrero de ese año, el destructor ARA Almirante Storni interceptó al Shackleton a 78 millas al sur de Puerto Argentino.
Desde la nave argentina se lanzó una advertencia clara: “Detenga las máquinas o abriré fuego”.
La orden tenía sustento en la jurisdicción argentina sobre las 200 millas alrededor de las Islas Malvinas.
También apodado “El Galgo”, el Storni era un ex destructor estadounidense de la clase Flectcher.
El Gobierno argentino, con el visto bueno de la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón, autorizó la acción.
Incluso se creía que a bordo del Shackleton podía encontrarse Lord Shackleton, el enviado británico vinculado a la exploración petrolera en la zona.
Sin embargo, el capitán del buque británico, bajo órdenes del gobernador colonial Neville French, se negó a detenerse o a ser escoltado al puerto de Ushuaia.
Para reforzar la advertencia, un avión de reconocimiento Neptune de la Armada se sumó a la operación.
El ARA Almirante Storni hizo varios disparos de advertencia sobre la proa del Shackleton, que continuó su rumbo hacia Puerto Argentino sin acatar la orden.
El barco de investigación inglés: el otro protagonista de esta historia.
El buque argentino lo siguió hasta las cercanías del puerto malvinense antes de retirarse, dejando un mensaje claro: Argentina no reconocía el derecho británico a explotar los recursos de las islas.
Como era de esperarse, el Reino Unido protestó ante el Gobierno argentino y elevó el reclamo al Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin embargo, este episodio quedó registrado como un firme acto de defensa de la soberanía nacional.
El intento de condominio entre Argentina y Reino Unido
Pocos años antes, en 1974, las negociaciones entre Argentina y el Reino Unido parecían tomar otro rumbo.
Bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, el canciller Alberto Vignes recibió una propuesta británica que exploraba la posibilidad de un condominio sobre las Islas Malvinas.
El planteo incluía puntos clave:
Ambas banderas flamearían en el archipiélago.
Se establecerían el español y el inglés como idiomas oficiales.
Se otorgaría doble nacionalidad a los isleños.
La gobernación sería alternada entre Argentina y el Reino Unido.
El Storni fotografiado desde el periscopio de un submarino argentino durante un ejercicio naval en los años ’70.
Desde la Cancillería argentina se elaboró una contrapropuesta similar, y las negociaciones avanzaban de manera confidencial.
Sin embargo, tras la muerte de Perón en julio de 1974, las tratativas se estancaron.
El canciller Vignes desestimó la posibilidad de seguir adelante con el proyecto, y en paralelo, el Parlamento británico rechazó la idea, dando por terminado el diálogo.
De haberse concretado, el condominio habría significado un avance histórico en la disputa por la soberanía de las Malvinas.
Petróleo en el Atlántico Sur: el verdadero interés británico
Temiendo una escalada del conflicto con Argentina, el Foreign Office optó inicialmente por no avanzar con exploraciones. Sin embargo, en la década del ‘70, la estrategia cambió.
A partir de 1970, comenzaron estudios en la zona, y hacia mediados de la década ya se tenían indicios concretos de la presencia de petróleo en el área.
Empresas petroleras comenzaron a mostrar interés, y en 1975, la Universidad de Birmingham presentó un informe titulado “Geology of the Region around the Falkland Islands”, que confirmaba el potencial petrolero del archipiélago.
Esta fue una de las razones que llevó a intensificar la presencia británica en el área y a desestimar cualquier acuerdo diplomático con Argentina.
El petróleo era el verdadero objetivo de la misión inglesa.
La disputa por la soberanía de las Malvinas no solo tenía un trasfondo histórico y geopolítico, sino también económico: el control de los recursos naturales de la región.
A 49 años del enfrentamiento con el Shackleton, el escenario sigue siendo el mismo. Argentina continúa reclamando sus derechos sobre las Islas Malvinas, mientras el Reino Unido mantiene su presencia colonial y explora la posibilidad de extraer petróleo en el Atlántico Sur.
Este episodio de 1976 es un recordatorio de que la soberanía no solo se defiende con palabras, sino también con acciones concretas.