Por Redacción Argenports.com
El reciente accidente fluvial registrado en el kilómetro 655 del río Paraná, frente a la localidad entrerriana de Puerto Curtiembre, volvió a encender las alarmas sobre los riesgos de operar al límite en la Hidrovía Paraguay–Paraná.
Un remolcador que arrastraba nueve barcazas perdió el control de la formación, lo que provocó que una de ellas se soltara e impactara violentamente contra una barranca.
Aunque no se registraron víctimas ni derrames, el hecho —difundido por Argenports.com— ocurrió en pleno debate por la propuesta de ampliar las dimensiones máximas de los convoyes fluviales.

En este contexto, el especialista en transporte fluvial, marítimo y logística ambiental Oscar Benito Cortessi publicó una dura advertencia:
“No se puede seguir apostando a una Hidrovía de mayor escala sin planificación científica, control estatal real ni resguardo ambiental”.
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Una propuesta sin respaldo técnico
Cortessi cuestionó con firmeza la intención de aumentar la eslora y la manga de los convoyes de 236 a 290 metros de largo y de 50 a 65 metros de ancho, con el objetivo de reducir costos logísticos para grandes exportadores.
“El supuesto beneficio económico oculta una realidad alarmante: jamás se han realizado estudios técnicos independientes, integrales ni transparentes que respalden el pedido”, advirtió.
Y agregó que la falta de simulaciones reales, planes de contingencia sólidos y análisis de impacto ambiental transforma esta idea en una amenaza concreta para la seguridad operativa y la integridad del ecosistema fluvial.

Oscar Benito Cortessi.
“El río no es una autopista”
En su nota de opinión, el especialista recordó que el tramo argentino de la Hidrovía presenta condiciones naturales que limitan la navegación segura: curvas cerradas, calado variable, bancos de arena estacionales y una intensa circulación de buques.
“Los convoyes actuales ya operan al borde de lo permisible. Si se amplía su tamaño, se reducirá aún más su capacidad de respuesta ante emergencias como la vivida en Entre Ríos”, alertó.
Además, Cortessi fue enfático en recordar que el río Paraná es un ecosistema complejo, no una simple vía de transporte.
A su entender, aumentar el tamaño de los convoyes sin controles ni estudios puede afectar la biodiversidad, erosionar barrancas y generar un daño ambiental irreversible, incluso sin necesidad de que ocurra un derrame.

Un modelo extractivista y sin controles
Para el experto, el avance de esta agenda responde a una lógica puramente extractivista, orientada a maximizar el volumen transportado sin evaluar los límites físicos y ecológicos del cauce.
“Cuando se ignoran los límites del río en nombre de la rentabilidad, se navega hacia el desastre. Si no se respeta su capacidad natural, el costo lo pagaremos todos: en vidas, patrimonio, ecosistemas perdidos y soberanía hídrica comprometida”, escribió.
Reclamos concretos
Cortessi propuso una serie de medidas urgentes antes de seguir adelante con cualquier ampliación:
- Estudios técnicos y ambientales independientes.
- Simulaciones reales con participación de expertos regionales.
- Protocolos de seguridad reforzados y fiscalización permanente.
- Transparencia en el proceso de toma de decisiones.
- Participación ciudadana en los debates estratégicos.
“La realidad superó cualquier simulación”
El accidente en Puerto Curtiembre fue, para el especialista, una demostración clara de lo que está en juego.
“¿Qué más simulación se necesita con este evento? La realidad superó cualquier prueba técnica pendiente”, concluyó.