Por Redacción Argenports.com
El río Paraguay atraviesa una de las bajantes más pronunciadas de la última década y el impacto ya se siente a lo largo de la hidrovía Paraná–Paraguay, una vía esencial para la exportación de granos, combustibles, minerales y cemento desde Paraguay, Bolivia, Brasil y el norte argentino.
Según reportes recientes, los niveles se mantienen en valores excepcionalmente bajos en Vallemí, Concepción, Asunción y Pilar, con descensos diarios de entre 4 y 6 cm. En algunos sectores, el calado útil cayó a nueve pies (2,7 m), cuando lo normal es operar con entre 10 y 12 pies (3–3,6 m).
Esta merma de profundidad ya obligó a las compañías fluviales a reducir en hasta un 25 % la carga por barcaza, con previsiones de mayores restricciones hacia noviembre si la sequía persiste.
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Algunas embarcaciones incluso debieron modificar sus rutas o realizar trasbordos en zonas más profundas para evitar varaduras.
Una arteria vital bajo amenaza
La hidrovía Paraná–Paraguay, con más de 3.400 kilómetros de extensión, es la columna vertebral del comercio fluvial del Cono Sur. En condiciones normales, permite transportar mercancías a un costo logístico muy inferior al del modo terrestre, pero la bajante actual está elevando los costos, alargando los tiempos y generando congestión portuaria en terminales de ambos márgenes del río.
Fuentes portuarias consultadas por Paraguay Fluvial señalaron que la navegación se volvió “extremadamente compleja” en algunos pasos críticos, lo que afecta la previsibilidad de embarques hacia los puertos de Nueva Palmira, Rosario y San Lorenzo.
En Paraguay, la Dirección de Marina Mercante informó que el dragado de mantenimiento continúa en los tramos Confluencia–Asunción, Asunción–Concepción y Concepción–Río Apa, donde se proyecta remover unos seis millones de metros cúbicos de sedimentos en tres años. Sin embargo, los especialistas advierten que el ritmo del descenso supera la capacidad de respuesta del dragado actual.
Riesgo para el comercio y la producción
El impacto logístico se extiende a toda la cadena de exportación del corredor fluvial del Mercosur. Las reducciones de carga generan pérdidas económicas directas, mayor consumo de combustible por tonelada transportada y una presión extra sobre las terminales portuarias, que deben reorganizar embarques y redistribuir flujos de tráfico.
Empresas del sector estiman que, si el nivel continúa cayendo, el movimiento de barcazas podría verse interrumpido temporalmente en algunos pasos, lo que obligaría a desviar cargas hacia camiones o ferrocarriles, multiplicando los costos y saturando infraestructuras terrestres.
“La hidrovía es un termómetro de la economía regional. Cuando el río baja, todos los costos suben”, advirtieron operadores consultados por Argenports.com.
Un desafío regional
La situación pone en evidencia la necesidad de una gestión binacional y permanente del sistema fluvial, con políticas de mantenimiento, monitoreo y planificación conjunta entre Paraguay, Argentina, Brasil y Bolivia.
Expertos coinciden en que la bajante es consecuencia de la escasez de lluvias en la cuenca del Pantanal y en el Alto Paraguay, agravada por las variaciones climáticas que se arrastran desde 2023.
Mientras se espera un repunte de las precipitaciones hacia diciembre, las empresas refuerzan medidas de seguridad, ajustan convoyes, reducen cargas y priorizan navegación diurna, intentando sostener la continuidad del comercio fluvial en condiciones cada vez más exigentes.









