Por Redacción Argenports.com
La abogada Marisol Correa, especialista en derecho marítimo y con amplia trayectoria en temas vinculados a la navegación regional, volvió a resaltar la importancia de los servicios de asistencia y salvamento en el corredor fluvial.
“En la Hidrovía no existe seguridad sin un sistema de asistencia y salvamento activo, profesional y con capacidad real de respuesta”, afirmó Correa al analizar los desafíos crecientes que enfrenta la navegación.

Con una mirada técnica y operativa, la abogada Marisol Correa afirmó que las maniobras de asistencia, reflotamiento y apoyo en siniestros “definen la estabilidad y continuidad del comercio exterior”.
Según explicó, la combinación de mayor tráfico, bajas profundidades y embarcaciones cada vez más grandes exige que estos equipos estén preparados para intervenir de manera inmediata.
“La vía no puede permitirse interrupciones prolongadas. Una varadura o un hundimiento mal gestionado puede paralizar días enteros de operaciones”, subrayó.
En diálogo con el medio Paraguay Fluvial, la integrante del estudio jurídico Correa Venturini, especializado en Derecho Marítimo, señaló que la asistencia y el salvamento son un “pilar silencioso” dentro de la seguridad fluvial.
Ese rol invisible es justamente el que Correa busca poner en primer plano. “Muchas veces se piensa que la seguridad depende solo del dragado o la señalización, y no es así. El salvamento es parte estructural del sistema. Es lo que permite que cualquier siniestro se resuelva sin escalar”, advirtió.
“Un incidente menor puede volverse un desastre si no hay equipos entrenados”
Para Correa, la Hidrovía es una vía de enorme fragilidad operativa debido a sus características naturales.
“Estamos hablando de un sistema de aguas marrones, con visibilidad casi nula, corrientes complejas y bancos móviles. Eso requiere equipos entrenados, buzos profesionales y remolcadores adecuados. No es un escenario para improvisados”, explicó.

La abogada fue más allá al describir los riesgos:
“Una embarcación que pierde máquina en un tramo estrecho de la Hidrovía puede convertirse en un bloqueo total en cuestión de minutos. Y si ese buque transporta carga peligrosa, la situación se multiplica por diez”.
Correa también destacó la importancia de la rapidez en cada maniobra.
“En asistencia y salvamento, diez minutos pueden ser la diferencia entre un incidente controlado y un daño mayor. Por eso, la logística del salvamento debe pensarse como un engranaje más de la cadena exportadora”.
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La economía regional depende de estas tareas
La especialista recordó que más del 80 por ciento de las exportaciones de la región circula por la Hidrovía. “Si la vía se detiene, se detiene el corazón logístico del Cono Sur. Esa es la dimensión real del salvamento”, afirmó.
Correa remarcó que cada maniobra exitosa evita pérdidas millonarias.
“Un barco hundido en un tramo angosto puede requerir semanas de intervención y generar demoras que se sienten desde Rosario hasta Nueva Palmira. Cuando un equipo de salvamento actúa rápido y con precisión, no solo salva vidas y bienes: también salva tiempo, dinero y previsibilidad”.
“Hace falta una política clara, equipos modernos y cooperación entre países”
La abogada llamó a construir una política de Estado para este sector, al señalar que no se puede pensar la Hidrovía del futuro sin una estructura profesional de salvamento.
“Necesitamos normas claras, responsabilidades definidas y una coordinación interestatal real”, subrayó.
En su visión, el momento para modernizarse es ahora.
“La tecnología ya es parte del salvamento. Grúas flotantes, drones subacuáticos, sistemas de escaneo, balsas multipropósito, sensores de presión. No podemos seguir trabajando solo con lo que hay. Debemos invertir”.
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También insistió en la necesidad de acuerdos regionales, ya que la Hidrovía no es de un solo país y los siniestros no respetan fronteras.
“Por eso, los protocolos deberían ser compatibles entre Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay. Sin cooperación, la respuesta siempre llegará tarde”.
El valor del trabajo en campo
Correa describió con detalle el detrás de escena de estas operaciones.
“El público imagina que el salvamento es un remolcador tirando de un barco.
“En realidad –agregó–, son equipos de 15 o 20 personas trabajando bajo presión, buzos bajando a cero visibilidad, técnicos evaluando estructuras dañadas, tripulaciones agotadas y decisiones que se toman minuto a minuto”.

“El profesional del salvamento no solo tiene que saber reflotar un casco. Tiene que prever escenarios, leer la corriente, anticipar roturas, coordinar con la Prefectura, establecer perímetros de seguridad y actuar sin margen de error”, puntualizó.
Para Correa, ese nivel de exigencia debe ser reconocido institucionalmente.
“Estamos hablando de un servicio estratégico. Sin ellos, la Hidrovía sería un sistema mucho más inseguro y mucho más lento”.
Planificación y prevención: la clave del futuro
La abogada advirtió que el crecimiento del tráfico hace imprescindible actualizar planes de contingencia.
“No se puede esperar a que ocurra un siniestro para saber qué hacer. Cada terminal, cada tramo, cada operador debería tener un plan de respuesta. Y esos planes deben ser revisados, testeados y coordinados”.

También destacó la necesidad de entrenamientos conjuntos, y subrayó que capacitar a la gente es tan importante como dragar.
“Un operador bien entrenado puede evitar un incidente, y un equipo de salvamento bien preparado puede resolverlo antes de que se convierta en un problema regional”.
“El salvamento es el seguro invisible de la Hidrovía”
En su conclusión, Correa dejó una frase que resume su mirada sobre el sistema:
“El salvamento es el seguro invisible de la Hidrovía. Cuando todo funciona, nadie lo nota. Pero cuando falta, todos lo padecen”.
Y reforzó su planteo final:
“Si queremos una Hidrovía moderna, competitiva y segura, el salvamento debe estar en el centro de la agenda. Es hora de profesionalizar, invertir y coordinar. La vía lo exige y el comercio exterior lo necesita”.











