Por Adrián Luciani / info@argenports.com
El viernes 17 de agosto de 1945, la Base Naval de Mar del Plata se convirtió en epicentro de un hecho histórico: la rendición del submarino alemán U-977, comandado por el joven oficial Heinz Schäffer.
Su llegada se produjo apenas cinco semanas después del arribo del U-530, también en el puerto marplatense. Que dos naves de la Kriegsmarine alcanzaran la costa argentina en tan poco tiempo, justo cuando el mundo aún debatía la suerte de Hitler, generó conmoción internacional.

El U-977 fue escoltado por el rastreador Py y el submarino ARA Salta, hasta que una dotación argentina se hizo cargo de la nave rendida. Schäffer y sus 48 hombres fueron trasladados a tierra para ser interrogados.
Votaciones en alta mar y un plan para Argentina
De acuerdo con el testimonio del capitán, tras recibir el mensaje de rendición de Dönitz, decidió someter a votación el destino del submarino.
- 30 marinos optaron por viajar a la Argentina.
- 2 eligieron España.
- 16, todos casados, quisieron volver a sus familias.
Los casados fueron desembarcados clandestinamente en Noruega el 10 de mayo de 1945, arriesgando la seguridad de la nave en plena vigilancia aliada. Fingieron ser sobrevivientes de un submarino hundido, y la versión fue incluso replicada por la Associated Press, que publicó desde Londres que el U-977 había sido destruido.
Schäffer defendió su decisión de poner rumbo a la Argentina recordando el trato recibido por los tripulantes del Graf Spee en 1939. Además, uno de sus suboficiales tenía familiares en el país, lo que les permitió conocer detalles del destino elegido.

El largo viaje hacia el Atlántico Sur
El U-977 inició su travesía rumbo a la Argentina evitando la zona de Gibraltar, muy controlada por la flota aliada. La disciplina a bordo fue rigurosa: inmersiones prolongadas, mantenimiento constante y un estricto orden de convivencia.
Cuando la nave llegó a Mar del Plata, estaba en tan buenas condiciones que los inspectores argentinos señalaron que parecía “un transporte de lujo”, a pesar de haber pasado más de tres meses en el mar.

El debate por hundir la nave
Antes de llegar a destino, surgió un dilema interno: la mayoría de los marinos quería hundir el submarino y desembarcar en secreto en las playas bonaerenses. Schäffer, con apenas 25 años, logró convencerlos de lo contrario.
Temía que, si aparecían botes vacíos o pertrechos en la costa, se asumiera de inmediato que con ellos habían desembarcado jerarcas nazis de alto rango, incluso Hitler. Prefirió rendir la nave en forma oficial.
Interrogatorios y negaciones
Al igual que los tripulantes del U-530, los hombres del U-977 fueron interrogados por oficiales argentinos y por una comisión aliada. Schäffer recordaba:
“Fui conducido ante un grupo de altos oficiales anglo-americanos que me preguntaban una y otra vez: ‘¡Usted ha ocultado a Hitler! ¿Dónde está?’”.
El capitán negó siempre haber transportado jerarcas nazis. Argumentó que su única intención era evitar caer prisioneros de los aliados.

Los dos submarinos alemanes rendidos en Argentina, en el puerto de Río de Janeiro, durante el viaje final a los Estados Unidos. El más oscuro es el U – 977.
Testimonios en la costa bonaerense
En paralelo a los interrogatorios, en localidades de la costa bonaerense circularon versiones sobre desembarcos clandestinos.
Vecinos de Mar del Sud relataron haber visto periscopios frente a sus playas. Otros testimonios hablaban de botes vacíos y tanques metálicos arrojados por el mar cerca de la estancia Lahusen.
Estos relatos reforzaron la idea de que los submarinos alemanes no habían llegado únicamente para rendirse.

Los dos submarinos alemanes en Mar del Plata.
El interés internacional y la sombra de Hitler
La llegada de dos U-Boote en Argentina fue noticia mundial. La prensa norteamericana y británica la cubrió con amplitud, mientras que la URSS insistía en que Hitler no había muerto y podía haber escapado.
Stalin, en la conferencia de Potsdam, aseguró que el Führer estaba “probablemente oculto en España o en la Argentina”. Estas afirmaciones mantuvieron viva la teoría de que el U-530 y el U-977 habían servido como naves de escape.

Para Washington y Londres, el temor era que los submarinos hubieran transportado tesoros saqueados en Europa, documentación secreta o incluso científicos nazis que pudieran ser aprovechados en otro país.
Redes de apoyo nazi en Sudamérica
El escritor Jorge Camarasa, en su libro Odessa al Sur, detalló la existencia de redes de apoyo a nazis en fuga. En la Argentina, estancieros y empresarios alemanes radicados en la región habrían brindado refugio y logística.
Uno de los más mencionados fue Karl Gustav Einckenberg, propietario de la estancia El Porvenir, señalado como colaborador de operaciones clandestinas en la costa atlántica.
Estas estructuras encajaban en la red Odessa, organización dedicada a evacuar jerarcas nazis de Europa hacia Sudamérica tras la derrota alemana.

El misterio de la carga del U-977
Hasta hoy, persisten dudas sobre qué transportaban los submarinos llegados a la Argentina. Se habló de obras de arte, lingotes de oro, joyas y hasta jerarcas como Martin Bormann o Heinrich Müller (ex jefe de la Gestapo).
Nada de ello pudo probarse. Schäffer siempre negó haber trasladado algo distinto a su tripulación. Sin embargo, la falta de claridad en ciertos puntos de su relato alimentó las sospechas.

Del mito histórico al hallazgo en Quequén
Ochenta años después, nuevas investigaciones siguen arrojando pistas. La Fundación Eslabón Perdido anunció el hallazgo de un submarino hundido frente a Quequén, identificado como un U-Boot tipo IX.
Las imágenes obtenidas muestran torreta, periscopio y escotillas. Todo indica que fue hundido intencionalmente, posiblemente después de desembarcar carga o personas en la costa.
Este descubrimiento vuelve a poner en discusión qué papel jugaron realmente los submarinos nazis en la Argentina.
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Un aniversario con más preguntas que respuestas
El 80° aniversario de la rendición del U-977 encuentra a la historia todavía abierta. Documentos, testimonios y hallazgos recientes confirman que el Atlántico Sur fue escenario de operaciones nazis en el final de la Segunda Guerra Mundial.
La pregunta sobre si Hitler o jerarcas del Tercer Reich pudieron llegar a la Argentina permanece sin respuesta definitiva. Pero los relatos de la época, las investigaciones posteriores y los restos localizados en el litoral bonaerense mantienen vivo un misterio que parece no tener fin.