El cierre de plantas impactará en el menor ingreso de divisas y en la suspensión de personal, hasta que la situación de la oferta de soja mejore y las fábricas procesadoras puedan volver a su actividad normal.
Por Pablo Andreani
Director de AgriPac Consultores, presidente de Pablo Andreani y Asociados.
En su informe de cierre de campaña de soja 2022/2023, la Bolsa de Cereales confirma la fuerte caída en la producción y la baja en el ingreso de divisas y en la recaudación.
El reporte pondera un volumen final de soja de 21 millones de toneladas, con una reducción de 22,30 millones respecto de la cosecha 2021/2022 y 27 millones de toneladas por debajo de la estimación inicial, de 48 millones de toneladas.
Luego de la peor sequía en 70 años, la cadena de la soja aportará a la economía argentina un total de 7345 millones de dólares en 2023, lo que implica una baja del 67% frente al ingreso de US$22.594 millones de la campaña anterior. Todo el complejo agroindustrial exportador aceitero generará exportaciones por un total de US$12.542 millones, un 50% menos que los US$24.989 del ciclo 2021/2022. Y, finalmente, habrá también una fuerte merma en la recaudación fiscal, del 57%, llegando a US$4350 millones, en comparación con los US$10.015 millones de la temporada comercial precedente. Con estas cifras y en esta realidad se entiende el por qué de la caída en el ingreso de divisas y la imposibilidad del Banco Central de recomponer sus reservas.
A toda esta problemática por su impacto en la economía diaria se debe agregar la crisis de oferta que está sintiendo el mercado por la fuerte baja en la oferta de soja disponible, lo que complica a la industria aceitera al no poder recomponer existencias al compás del ritmo de la molienda.
Las compras declaradas al 7 del actual por la exportación y por la industria suman 11,20 millones de toneladas, por lo que quedarían en manos de los productores un total de 11,80 millones de toneladas. La industria necesita adquirir 9,20 millones de toneladas en los próximos 9 meses para poder cumplir su plan de molienda anual. Matemáticamente la industria necesita comprar un poco más de 1 millón de toneladas por mes.
Para julio se estima una oferta de soja disponible de 500.000 toneladas de acuerdo con el actual ritmo de descarga de camiones en los puertos. A partir de agosto y hasta la asunción del nuevo gobierno, a mediados de diciembre, los productores van a vender lo mínimo e indispensable para cubrir deudas y para la compra de insumos para la siembra de los cultivos de verano.
Si la industria procesa un promedio de 3 millones de toneladas mensuales y las ventas de los productores no superan las 500.000 toneladas mensuales, el déficit mensual de soja sería teóricamente de 2,50 millones de toneladas. En 6 meses, de julio a diciembre, se acumularía un faltante de 15 millones de toneladas. Pero resulta que los productores disponen de solamente 11,80 millones de toneladas sin vender.
Entonces estamos ante un escenario muy complicado para la industria aceitera. O la molienda baja 3,02 millones de toneladas de aquí a fin de año respecto del plan anual de las empresas o los productores aumentan su oferta de soja disponible para satisfacer la demanda de las fábricas. Y si consideramos que la oferta de soja física irá disminuyendo entre las PASO, la elección presidencial y la asunción en diciembre, es muy probable que la industria se quede sin materia prima para procesar y que muchas empresas deban cerrar sus plantas.
El cierre de plantas impactará en el menor ingreso de divisas y en la suspensión de personal, hasta que la situación de la oferta de soja mejore y las fábricas procesadoras puedan volver a su actividad normal.