Por Redacción Argenports.com
Con un nivel de actividad que sorprendió a buena parte del mercado, los puertos argentinos cerraron noviembre con 1,2 millones de toneladas de trigo despachadas, según la Bolsa de Comercio de Rosario. Se trata del noviembre con mayor nivel de embarques desde al menos la campaña 2003/04, impulsado por una cosecha que avanzó con una dinámica mucho más acelerada que la prevista.
La disponibilidad temprana del cereal es clave para explicar este salto: ya se habría cosechado el 33 por ciento del área nacional, un ritmo que permitió a las terminales del Gran Rosario, Bahía Blanca y otros puertos del país sostener una agenda de buques muy por encima de la registrada un año atrás.
El volumen embarcado representa 2,5 veces más que el despachado en noviembre del año pasado. Para la cadena agroexportadora, es una señal de fortaleza operativa y también un anticipo de la presión logística que podría darse durante el verano si la campaña mantiene esta tendencia.

Un récord con señales de alerta en la calidad del cereal
El fuerte incremento en los embarques convive con una preocupación concreta: la caída en el contenido proteico del trigo, que ronda 10,5 por ciento según los primeros lotes analizados.
La baja proteína no solo reduce el valor del cereal en el mercado internacional, sino que obliga a mezclas y recomposiciones logísticas que afectan costos en elevadores, plantas y terminales portuarias. Para exportadores y acopios, esta combinación de gran volumen y menor calidad plantea desafíos adicionales en plena temporada alta.
Impacto directo en la logística portuaria
El repunte de despachos vuelve a poner en primer plano la capacidad operativa de los puertos argentinos. Más buques, más camiones y más trenes presionan sobre una infraestructura que ya trabaja al límite durante picos de cosecha.
El movimiento registrado en noviembre anticipa un verano con altas rotaciones en muelles y mayor exigencia en tiempos de carga, especialmente en los puertos del sur de Santa Fe y en Bahía Blanca, dos nodos centrales del comercio exterior agrícola del país.
Para los operadores, el desafío será sostener esta velocidad sin que los costos logísticos o las demoras operativas erosionen la competitividad del trigo argentino en un mercado internacional cada vez más sensible a precios y calidades.











