Por Redacción Argenports.com
La Patagonia volvió a ser escenario de un fenómeno biológico que no se registraba desde hace casi un siglo: la reaparición masiva de la ballena sei, la tercera especie de cetáceo más grande del planeta.
Su regreso al Golfo San Jorge, tras décadas sin presencia confirmada, abre un capítulo clave para la ciencia marina, la conservación y el turismo de naturaleza.

Los primeros reportes recientes provinieron de observadores costeros, que detectaron grupos numerosos muy cerca de los acantilados de Punta Marqués, en la zona de Comodoro Rivadavia.
Las imágenes confirmaron lo que los investigadores venían sospechando: el golfo recuperó las condiciones ecológicas que permiten la vuelta de una especie históricamente diezmada por la caza comercial.

La tercera especie de ballena más grande después de la ballena azul y el rorcual común, las ballenas Sei son una de las ballenas menos conocidas de todas las ballenas barbadas.
Un siglo de ausencia y un retorno inesperado
El último registro confiable de ballena sei en la zona se remontaba a 1929. Durante el siglo XX, la caza intensiva arrasó con su población global: se estima que fueron capturadas más de 300.000 en el hemisferio sur, lo que redujo su abundancia en un 80%. Con esa presión, la especie prácticamente desapareció de las costas argentinas.
Sin embargo, desde 2011 comenzaron a registrarse episodios aislados de presencia en el Golfo San Jorge. Y a partir de 2019 los avistamientos se volvieron más frecuentes.
Hoy, los investigadores coinciden en que la especie está reinstalándose en su corredor histórico, utilizando el área como zona de alimentación.
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Censos científicos: miles de ejemplares en temporada alta
Equipos del CESIMAR-CONICET, la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y centros especializados en cetáceos realizaron vuelos sistemáticos y transectos aéreos en el golfo.
Los resultados son contundentes:
- Hasta 700 individuos en vuelos de temporada baja.
- Entre 1.800 y 2.600 ejemplares en picos de abril a junio.
- Más del 90% de los cetáceos avistados en la zona corresponden a ballena sei.
La magnitud convierte al Golfo San Jorge en una de las principales áreas de concentración de ballena sei del mundo, incluso comparable con sectores del Atlántico Norte donde la especie es más habitual.

Por qué vuelve: alimento, oceanografía y cambio ambiental
La ballena sei es un rorcual que se alimenta de langostilla, pequeños peces y grandes cardúmenes de copépodos, organismos que proliferan en aguas frías, productivas y ricas en nutrientes.
Científicos de CONICET y del CENPAT señalan que en el Golfo San Jorge se están dando tres condiciones clave:
- Aumento de la disponibilidad de alimento, especialmente langostilla en bancos costeros.
- Ambientes de baja perturbación, con menor tráfico industrial que hace dos décadas.
- Mejor calidad oceanográfica, asociada a procesos de afloramiento que enriquecen el ecosistema.
El resultado es un corredor biológico alineado con una especie que puede superar los 18 metros de largo, más de 20 toneladas, y alcanzar velocidades de hasta 50 km/h, algo que la ubica entre los cetáceos más veloces del planeta.
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Avistamientos desde tierra: un fenómeno único en el mundo
Un rasgo distintivo del fenómeno patagónico es que los animales pueden observarse a pocos cientos de metros de la costa, desde puntos elevados como los acantilados de Punta Marqués o sectores de Rada Tilly.
En la mayor parte del mundo la sei es un cetáceo pelágico, es decir, alejado de la costa. Por eso los avistamientos cercanos convierten a la Patagonia en un lugar excepcional para su observación y estudio.

Investigadores ya instalaron dispositivos satelitales en varios ejemplares para seguir su migración. Primeros resultados indican desplazamientos hacia aguas uruguayas y brasileñas, aunque aún faltan años de monitoreo para trazar patrones completos.
Impacto en ciencia, conservación y turismo
El regreso de la ballena sei abre una serie de oportunidades:
Para la investigación
El golfo se convierte en un laboratorio natural para estudiar comportamiento, alimentación y rutas migratorias de una especie considerada en peligro por organismos internacionales.
Para la conservación
Su retorno es un indicador alentador del estado ecológico del Golfo San Jorge, aunque requiere normas claras de protección ante incremento de embarcaciones, actividades pesqueras y turismo.
Para el turismo
La presencia costera podría posicionar a Comodoro Rivadavia y Rada Tilly como un nuevo destino de avistaje responsable, complementando a Península Valdés pero con una especie distinta, menos conocida y científicamente valiosa.

Lo que viene: desafíos y monitoreo permanente
Aunque el retorno es una buena noticia, los especialistas advierten que todavía es temprano para determinar si la población se está reinstalando en forma permanente. Será clave:
- Continuar los seguimientos satelitales.
- Regular el tránsito marítimo y el avistaje.
- Proteger zonas críticas de alimentación.
- Integrar ciencia, autoridades y comunidad local para un manejo adecuado.
El regreso de la ballena sei no es sólo un fenómeno biológico: es un símbolo de resiliencia, un indicador de salud ambiental y una oportunidad para construir un modelo de desarrollo basado en ciencia, conservación y turismo sostenible.











