Por Redacción Argenports.com
El Astillero Río Santiago vuelve a quedar bajo el centro de la discusión pública. Según un informe periodístico, el complejo naval administrado por la provincia de Buenos Aires opera hace años con niveles de actividad muy por debajo de su capacidad, mientras absorbe un volumen creciente de recursos del presupuesto provincial.
El reporte del diario Clarín señala que el astillero demanda más de 100 mil millones de pesos anuales para su funcionamiento, pero solo logra generar una fracción mínima a partir de trabajos menores y contratos puntuales.
El contraste entre gasto y productividad expone una tensión que ya se arrastra desde hace más de una década y que, con el paso del tiempo, se agravó por la falta de grandes proyectos industriales.

Un gigante industrial sin producción sostenida
Con una dotación cercana a los 2.700 trabajadores, Río Santiago mantiene operativas sus áreas básicas, pero sin un plan de producción robusto.
Varias naves e instalaciones muestran largos periodos sin uso intensivo y, en algunos casos, directamente no registran actividad hace años.
La magnitud de la planta contrasta con la limitada carga de trabajo. Buena parte del personal se dedica a tareas de mantenimiento interno o actividades administrativas, mientras que la línea de producción permanece sin programas consolidados para construir buques, remolcadores o embarcaciones especializadas.
Un debate que divide a gremios y al propio sector naval
El informe periodístico reavivó la discusión dentro del astillero y entre los gremios, que rechazan cualquier lectura que asocie al complejo con una estructura ineficiente.

Desde los sectores sindicales se insiste en que Río Santiago podría recuperar protagonismo si se garantizan inversiones sostenidas, estabilidad presupuestaria y un marco político que priorice la industria naval.
Pero puertas afuera, la preocupación pasa por la brecha entre lo que se invierte y lo que se produce. La falta de contratos de gran porte limita la capacidad del astillero para mostrar resultados concretos y sostener una cadena de proveedores que, en tiempos de expansión, tuvo un peso clave en la región de La Plata.
¿Qué rol puede jugar en el futuro?
El caso del Astillero Río Santiago abre interrogantes sobre su rol estratégico para la provincia y para el país.
En un contexto donde crece la demanda de embarcaciones para actividades offshore, servicios portuarios, logística fluvial y renovación de flotas pesqueras, el astillero podría cumplir funciones relevantes si lograra reorganizar su estructura y volver a competir por contratos reales.
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Otro camino es el de la reconversión parcial: enfocarse en reparaciones navales, mantenimiento de flotas y servicios vinculados a la energía, sectores donde el país muestra demanda creciente.
Sin embargo, para eso se requiere un esquema productivo claro, inversiones definidas y un modelo de gestión más eficiente.
Un activo estratégico en un punto crítico
El diagnóstico es claro: Río Santiago conserva capacidad técnica, mano de obra experimentada y una infraestructura que, pese al desgaste, sigue siendo una de las más grandes del Cono Sur.
Pero hoy funciona con un nivel de actividad reducido, que depende casi por completo del financiamiento estatal y sin un horizonte productivo inmediato.
La pregunta central es si podrá recuperar el rol industrial que alguna vez tuvo o si deberá transitar un proceso profundo de transformación para evitar quedar definitivamente relegado como un gigante costoso y sin misión clara.











