El estuario de Bahía Blanca, la zona elegida por IEASA para su proyecto de hidrógeno verde.
Por Adrián Luciani
aedgarluciani@gmail.com
Aunque más no sea en el plano de los anuncios, durante los últimos días Bahía Blanca y Sierra Grande volvieron a tener un lugar preponderante en materia energética.
Ambas ciudades, según señalaron funcionarios nacionales, serán sede de ambiciosos proyectos vinculados con la producción de hidrógeno verde.
En ese marco, las dos vuelven a concentrar la atención del sector como años atrás, aunque entonces lo habían hecho con iniciativas no tan amigables para el medio ambiente como, por ejemplo, la energía atómica.
En el caso de Bahía Blanca, la última vez que mencionó a la ciudad como probable sitio de emplazamiento para la quinta central nuclear del país fue en 2017, continuando con los planes iniciados en 2015.
Lo curioso es que Bahía Blanca compitió --si es que realmente se intentó avanzar en el proyecto--, con Sierra Grande.
Los primeros indicios del tema se conocieron en 2015 y en mayo de 2017, en la previa del viaje del entonces presidente Mauricio Macri a China, Bahía Blanca volvió a ser mencionada como el lugar elegido para levantar una planta de estas características.
Sin embargo, poco a poco, los comentarios surgidos en varios medios nacionales de peso, alimentados por fuentes oficiales no reveladas, se fueron diluyendo.
En el caso de Sierra Grande, la idea de instalar una central atómica fue un poco más concreta, y hasta generó la realización de una compulsa pública en ese distrito rionegrino para que los vecinos dijeran si estaban de acuerdo o no con el proyecto.
Si bien ganó el sí, apenas votó el 30 por ciento de los residentes en Sierra Grande. Luego la gobernación decidió prohibir la instalación de una planta atómica.
De todas maneras, quedó claro que no había nada concreto, ya que el país no realizó obra alguna de esas características en otro lugar.
Ahora tanto Bahía Blanca, en realidad la zona de Bahía Blanca, como Sierra Grande, vuelven a concitar la atención en materia energética, aunque, como se dijo, el protagonista de esta nueva historia es el hidrógeno verde
Se trata de un combustible que se genera mediante el proceso de electrólisis, a partir de energías renovables, y tiene mucho futuro por ser una fuente de energía limpia para poder avanzar en la "descarbonización" del planeta, con mucho mayor rendimiento que la nafta.
En el caso del sur bonaerense, el pasado 20 de octubre se conoció que la empresa Integración Energética Argentina (IEASA) firmó un acuerdo con el Instituto Fraunhofer de Alemania para el desarrollo del primer proyecto de hidrógeno verde a gran escala.
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La idea consiste en utilizar una locación en la zona de Bahía Blanca, donde la empresa estatal cuenta con un predio de 200 hectáreas con 2.5 kilómetros frente al mar para destinar al Hub-Hidrógeno, con una inversión estimada en 300 millones de dólares.
El proyecto de IEASA apunta a que la industria empiece a sustituir parte de ese hidrógeno que ya utiliza, por ejemplo en el Polo Petroquímico bahiense, por hidrógeno verde.
Por otra parte, y como una segunda instancia de demanda del hidrógeno verde, se plantea la posibilidad de producir amoníaco verde para buscar mercados de exportación como Europa y Japón.
El parque eólico podría contar con unos 80 aerogeneradores de 2,5 MW
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En el caso de Sierra Grande, los anuncios hablan de un proyecto gigantesco que, por sus dimensiones (varias veces más grande que el de Bahía), genera algunas reservas.
En Glasgow, sede de la cumbre sobre cambio climático COP26, la empresa australiana Fortescue anunció el lunes una inversión US$ 8.400 millones para producir hidrógeno verde en Río Negro.
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El proyecto permitirá generar 50.000 puestos de trabajo, directos e indirectos, y en una primera etapa estará orientado sólo a la exportación.
La iniciativa prevé la instalación de tres parques eólicos en la meseta de Somuncurá, con una potencia de 2.000 MW, y una salida exportadora por un puerto que se construirá en la zona de Sierra Grande, comenzando las exportaciones a fines de 2024.
Los objetivos trazados por la minera australiana, que aún no cristalizó un solo proyecto en materia de hidrógeno verde, son enormes: 2,2 millones de toneladas anuales para 2030.
Sorpresa y dudas siguen generando este tipo de anuncios, especialmente el de Fortescue en la castigada Sierra Grande, que todavía no pudo sobreponerse a la muerte de Hipasam.
Obviamente sería importante para el país que ambas iniciativas se materialicen, pero en virtud de tantos anuncios luego no concretados y sueños rotos, la prudencia no deja de ser una sana virtud en Argentina, sobre todo cuando los anuncios se realizan a pocos días de los comicios.
Sin ánimo de restarles veracidad, haberlos separado temporalmente de las elecciones hubiese sido un muy buen primer paso. Ahora solo resta, una vez más, esperar y confiar.
Fuente: La Nueva.
Bahía Blanca / Buenos Aires / Argentina
