Por Redacción Argenports.com
Lo que comenzó como la implementación de un nuevo software en Terminal Cuenca del Plata (TCP), de Katoen Natie, para mejorar el funcionamiento del Puerto de Montevideo terminó convirtiéndose en un conflicto que lleva semanas sin resolverse.
La plataforma digital, diseñada para ordenar turnos, movimientos de contenedores y trazabilidad de cargas, presentó errores que paralizaron procesos internos. El malestar de los trabajadores derivó en paros, operaciones a reglamento, bloqueos de accesos y una tensión creciente con las empresas operadoras.
En poco tiempo, el problema dejó de ser técnico y pasó a ser político, sindical y estratégico.
El puerto más importante de Uruguay, clave para el comercio de Paraguay, el sur de Brasil y provincias argentinas, entró en un escenario de imprevisibilidad que afecta a toda la cadena logística regional.

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Caída del tráfico y desvío de cargas a otros puertos
Las consecuencias fueron inmediatas. Según operadores logísticos, el movimiento de contenedores cayó entre un 60 % y un 70 %.
Algunos buques debieron esperar días para atracar; otros directamente cambiaron de ruta hacia Buenos Aires, Río Grande, Itajaí o Santos.
Para las navieras internacionales, la confiabilidad es más importante que el precio, y el Puerto de Montevideo dejó de garantizar algo básico: continuidad operativa.
La pérdida de tráfico no solo impacta en ingresos portuarios, sino también en agencias marítimas, depósitos fiscales, transportistas, exportadores y servicios asociados.
Paros, politización y tensión con las concesionarias
El sindicato portuario acusa a la autoridad de haber impuesto el software sin capacitación ni pruebas suficientes y advierte sobre riesgos laborales.

La administración, por su parte, responde que la digitalización es necesaria y que las medidas sindicales profundizaron el problema. En medio, el conflicto escaló a la arena política: partidos, legisladores y gremios estatales tomaron posición, generando aún más presión sobre la Autoridad Portuaria.
Las empresas concesionarias también se vieron afectadas. Algunas reclamaron formalmente por incumplimientos contractuales y alertaron sobre el riesgo de que se rompa la confianza con los clientes internacionales.
Qué está en juego para Uruguay
Según el medio uruguayo El País, el Puerto de Montevideo se posicionó en los últimos años como hub regional por su régimen de puerto libre, mayor calado y estabilidad operativa frente a otros puertos sudamericanos.
Sin embargo, esta crisis pone en riesgo ese prestigio. Si las navieras encuentran en puertos vecinos previsibilidad y eficiencia, será difícil volver a atraerlas.

Más que un problema de software o un paro prolongado, la situación expone una fragilidad estructural: la dependencia de un único puerto para gran parte del comercio exterior del país.
Lo que ocurre en Montevideo es una advertencia para toda la región: cuando se combinan errores de gestión, conflictos sindicales y decisiones políticas fuera de tiempo, incluso un puerto sólido puede quedar al borde del colapso operativo.
Recuperar la confianza llevará tiempo, acuerdos y resultados visibles. Para Uruguay, el desafío no es solo reactivar el puerto, sino demostrar que sigue siendo un socio confiable para el comercio marítimo internacional.











