Mariscadoras de Vilanova de Arousa trabajaban el jueves en la extracción de almejas y berberechos en Ansuiña. Oscar Corral - El País.
Las mariscadoras españolas están preocupadas por la falta de mariscos en el mar. Rita Míguez lleva 16 años sementando y recolectando manjares en la ría de Vigo y su dictamen es claro: “El mar está dejando de producir.
Reservas una zona sin trabajar un año y, cuando vas y esperas encontrar almeja de talla comercial, no hay nada. Estamos muy preocupadas por nuestro futuro”.
En los laboratorios de la Universidad de Vigo han hallado al menos una parte de la respuesta y tiene que ver con los fenómenos meteorológicos del cambio climático.
Los problemas empezaron a notarse hace ocho años con la almeja fina. Dejaron de recolectarla para que se recuperara, pero no lo consiguieron, “se muere toda” sin remedio.
Ahora está ocurriendo lo mismo con la variedad teóricamente más resistente, la japónica. Y el berberecho, diezmado por un parásito desde hace una década, tampoco levanta cabeza.
Una mariscadora, en la zona de Vilanova de Arousa.öscar Corral - El País.
En marzo de 2021 dejaron de extraer almeja porque ya no queda. Y con el longueirón, otra especie que se desentierra de la arena, van camino a lo mismo.
Contaminación, especies invasoras y cambio climático son algunos de los factores que se manejan en el sector marisquero como causantes de este descenso de capturas.
Las mariscadoras urgen medidas. “La Xunta, las cofradías y las universidades tienen que sentarse. Los científicos tienen que buscar el porqué y si hay que cambiar algo, lo cambiamos. Las mariscadoras mimamos nuestro entorno porque es el que nos da de comer. Haremos lo que nos digan los técnicos”, afirman.
Las inusuales lluvias torrenciales que en los últimos años azotan Galicia han llegado a bajar la salinidad del mar, de forma brusca y durante días, hasta un 60%.
Ante condiciones tan hostiles, almejas y berberechos se cierran para protegerse, esperando a que la marea suba e incremente la salinidad, afirman los expertos.
Pero como la situación persiste, finalmente no les queda otra que abrirse y el “choque” con un mar tan poco salado “descontrola su fisiología”. “Si eso ocurre durante varios días, el bivalvo no da para más, no es capaz de resistir y se muere”.
Con las temperaturas extremas pasa algo parecido. En olas de calor la marea baja es un horno para los bivalvos.
Almejas y berberechos se entierran todo lo que pueden en la arena buscando el fresco, pero solo pueden hacerlo hasta un tope. Los efectos de esta estresante situación se repiten: mortandad y merma en el crecimiento y reproducción.
Fuente: El País y El Litoral.