Compania sud americana de dragados

¿Por qué estudiar Ingeniería Portuaria? La experiencia de Lucía Serafini

A los 29 años, la ingeniera civil rosarina eligió orientar su carrera hacia el mundo portuario. En diálogo con Argenports.com contó cómo nació su vocación, qué oportunidades ve en el sistema portuario argentino y cuáles son sus desafíos a futuro.
Desde Rosario, viaja todas las semanas a Buenos Aires para cursar, convencida de que el sacrificio de hoy se transformará en los méritos de mañana.
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Por Adrián Luciani / info@argenports.com

Formada en la UTN Rosario, Lucía Serafini pensaba dedicarse a la ingeniería vial, pero una visita a terminales del Gran Rosario la marcó para siempre. Hoy trabaja en la empresa ABING, especializada en proyectos industriales, portuarios e hidráulicos, y decidió avanzar en la especialización en Ingeniería Portuaria.

Desde Rosario, viaja todas las semanas a Buenos Aires para cursar, convencida de que el sacrificio de hoy se transformará en los méritos de mañana.

El plan de estudios de la especialización incluye materias como Obras Portuarias, Planeamiento Portuario, Logistica Portuaria, Técnicas y Procedimiento Constructivo, Hidráulica, Obras de Abrigo y Medio Ambiente, entre otras.

La historia de Lucía refleja una tendencia creciente: cada vez más jóvenes profesionales de la ingeniería se acercan al mundo portuario atraídos por las oportunidades que ofrece un sector estratégico para el comercio exterior argentino y al amparo de una paulatina y necesaria equidad de género.

En su caso, la experiencia de ver en funcionamiento terminales como Terminal 6 y ACA Timbúes la impulsó a orientar su carrera hacia un ámbito que combina infraestructura, logística y proyección internacional.

Primeros pasos hacia lo portuario

¿Qué te llevó a elegir la especialización en Ingeniería Portuaria en este momento de tu carrera?

–En noviembre de 2024, a través de una publicación de los Jóvenes Profesionales de Ingeniería Portuaria (AADIP), me enteré de que iban a realizar una visita a las terminales del Gran Rosario. Como en la oficina desarrollamos ingeniería para muchas de esas empresas, me pareció una gran oportunidad para dejar de ver las plantas solo en planos y fotos.

Visitamos Terminal 6 (Puerto General San Martín) y ACA Timbúes. Esa experiencia fue un antes y un después: conocer de cerca esas grandes infraestructuras, los buques y el funcionamiento de una terminal fue lo que me llevó a conversar con profesionales del área y ahí descubrí que lo portuario era lo que realmente me apasionaba.

¿Cómo combinás tu formación en Ingeniería Civil con esta nueva etapa vinculada al mundo portuario?

–En la oficina trabajamos mayormente en proyectos civiles, pero cada vez que surge un proyecto portuario pido participar. Actualmente, por ejemplo, estamos trabajando en la nueva explanada del Parque España (obra pública financiada por la provincia de Santa Fe).

Además, tengo la suerte de contar con colegas que me explican cada detalle técnico. Aunque la parte estructural no es mi favorita, valoro mucho que me compartan conocimientos y cálculos. Eso me permite enriquecer mi formación y sumar experiencia en distintas áreas.

Aprendizajes y motivaciones

¿Qué aprendizajes te dejó tu paso por ABING en proyectos industriales y portuarios?

–Principalmente, la importancia del trabajo en equipo. Un proyecto solo puede llevarse adelante si cada profesional aporta desde su área.

En ABING he aprendido tanto sobre estructuras de hormigón como metálicas, pero lo más valioso es ver cómo los conocimientos adquiridos en la universidad cobran vida en proyectos concretos. También me da mucha confianza saber que mis jefes tienen amplia trayectoria en el desarrollo portuario: aprendo de sus experiencias y anécdotas, y eso es uno de los motivos por los cuales me motiva a seguir creciendo.

Viajás varias horas para cursar, ¿qué te motiva a sostener ese esfuerzo?

–Todos los martes viajo desde Rosario a Buenos Aires: salgo a las 2:45 de la madrugada, llego a Retiro a las 6:20 y a las 8 ya estoy en clase. Al mediodía emprendo la vuelta. Sé que es un gran sacrificio, pero no falté a ninguna clase en todo el año, sin importar si llovía o caía piedra.

Lo que me motiva es simple: es lo que realmente me gusta. El sacrificio de hoy son los méritos de mañana.

La mirada sobre el sistema portuario argentino

Desde tu mirada joven, ¿qué oportunidades y desafíos ves en el sistema portuario argentino?

–Hace poco participé del curso de Puertos y Vías Navegables en Buenos Aires, organizado por la Escuela de Graduados en Ingeniería Portuaria. Allí tuve el privilegio de escuchar al profesor Mark Van Koningsveld (TU Delft). Esa experiencia me inspiró a pensar cómo aportar mi granito de arena y decidí comenzar un proyecto personal de investigación sobre la Hidrovía.

Creo que la Hidrovía es una enorme oportunidad para potenciar el comercio argentino, tratando de reducir los costos de exportación e importación. También es cierto que nuestras infraestructuras necesitan modernización y mayor inversión. Esto implica un desafío político y económico, que nos permitirá una mayor conectividad portuaria a nivel mundial. Estoy convencida de que correr el riesgo no siempre es perder: invertir en infraestructura es ganar competitividad.

El Gran Rosario es el segundo complejo agroexportador del mundo. ¿Qué obras o mejoras pensás que son prioritarias para acompañar ese crecimiento?

–Creo que lo principal es el dragado de la Hidrovía. Hace unos meses, las exportaciones argentinas se vieron afectadas por la bajante del nivel del río, que limitó la carga de los buques, resultando en la reducción del volumen transportado y el aumento de los costos logísticos. Esto generó pérdidas económicas significativas para el complejo agroindustrial del país.

También considero prioritario fortalecer la red ferroviaria para descongestionar las rutas y mejorar la logística. Y, sobre todo, modernizar las terminales portuarias. La tecnología avanza rápido y si no modernizamos nuestras infraestructuras, nuestros puertos van a quedar en desuso.

¿Conocés algún puerto marítimo argentino o qué sabés de ellos en relación con tu especialización?

–Todavía no visité puertos marítimos argentinos, pero en noviembre la facultad organizará una visita a Bahía Blanca y Puerto Rosales. Este último me genera mucho entusiasmo porque tuve la oportunidad de participar en su ingeniería estructural desde la oficina.

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Inspiraciones y proyección a futuro

¿Qué proyectos portuarios actuales seguís de cerca o te interesan particularmente?

–Estuve investigando varias terminales portuarias. Pero la que cautivó mi curiosidad fue el Puerto de Chancay, en Perú. Es un megaproyecto que promete convertirse en el principal hub logístico de Sudamérica, conectando directamente con Asia. Admiro que se hayan animado a semejante inversión, incorporando nuevas tecnologías y sistemas automatizados.

¿Notás diferencias entre la teoría que aprendés en la especialización y la práctica en el campo portuario?

–La teoría te da un panorama general y te enseña las normas a cumplir, pero en la práctica siempre aparecen escenarios imprevistos, situaciones fuera de lo normal, en los cuales realmente aprendés a resolver problemas.

¿Y qué aspectos técnicos de la ingeniería portuaria son los que más te atraen y por qué?

–Me interesa mucho la planificación y logística portuaria, materia que cursé este año y que me permitió comprender cómo funciona una terminal. También disfruto el área de infraestructura portuaria, que es lo que actualmente desarrollamos en la oficina.

El dragado también me genera gran curiosidad, aunque aún no cursé la materia; lo que sé es por interés personal.

En tu recorrido hasta ahora, ¿hubo algún docente, colega o experiencia puntual que te marcara especialmente en lo profesional?

–Sí. En primer lugar, mis jefes Mario y Carlos, quienes siempre me comparten anécdotas y experiencias de obra. Ellos insisten en que siempre surgirán problemas inesperados y que la clave es estar preparada para resolverlos.

También admiro profundamente a dos docentes de la facultad: Pablo Areco y María Alejandra Gómez Paz. Sus clases son muy enriquecedoras, no solo desde lo técnico, sino por las reflexiones y desafíos que comparten. La forma en la que hablan de su profesión muestra que lo hacen con mucha pasión.

Quizás te suene algo muy ambicioso, pero ¿qué aporte te gustaría dejar en el desarrollo del sistema portuario argentino en los próximos años?

–Me gustaría contribuir demostrando la necesidad del dragado de la Hidrovía y la modernización de las infraestructuras portuarias para potenciar nuestras exportaciones.

Sé que la política juega un papel central, pero creo que el desafío está en demostrar con informes, estudios y análisis la importancia de estas inversiones. Si logramos eso, nuestros puertos argentinos podrán ganar protagonismo a nivel global.

Correa Venturi
Urgara
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