Un túnel para las operaciones de la Ettapendienst, la organización secreta de inteligencia, en la Argentina.
Cuando en 1927 la empresa alemana “F.H. Schmidt” comenzó la construcción del Golf Club Miramar donde, luego en 1930, el Hotel Dormy House (perteneciente al mismo) a la vera del camino y a cuatro kilómetros de la actual ciudad balnearia de Miramar, al sur de la Provincia de Buenos Aires, sobre la Costa Atlántica de Argentina se dio un inesperado giro del destino.
El grupo de obreros que levantó la selecta edificación -extrañamente en medio de la nada y al borde de un acantilado a orillas del mar– estaba comandado por un tal Ludwig Freude, quien allí mismo conoció a Thilo Martens, un jovencito que -por entonces- hacía sus primeras armas como agente naviero alemán.
Desde 1945*, el hotel perteneció a la “Fraternidad Ferroviaria” y la zona de su ubicación había sido elegida por la Ettapendienst; la organización secreta de inteligencia -creada en 1911– cuya misión era la de recoger información sobre buques mercantes y de guerra (enemigos) que amarrasen en puertos extranjeros donde hubiera agentes alemanes destacados.
Como si fuera una caprichosa premonición, las vueltas de la vida los había juntado, pero nada fue casualidad. Con el tiempo, ambos se convertirían en dos de los agentes más importantes para los nazis en la Argentina.
Freude se plegó al nazismo apenas comenzada la década de los años ’30 ; en tanto que Martens fue rápidamente reclutado por la Ettapendienst para ser uno de sus principales operadores en la zona.
Werner Dietel, era el jefe de la inteligencia naval alemana durante la Segunda Guerra Mundial y quien controlaba el accionar del agente Thilo Martens. Otro nazi que cumplía funciones similares en el país era el casi omnipresente Hans Gert Winter.
Así, el lugar donde se ubicaba el Hotel Golf Club de Miramar, se convirtió en un punto estratégico tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial (y mucho más hacia el final del conflicto bélico) cuando las manadas de submarinos alemanes comenzaron a surcar los mares hacia el cono sur de América.
Obreros de la “F.H.Schmidt”, Ludwig Freude es el primero a la izquierda, con sombrero y moño. Thilo Martens (derecha, arriba) y Hans Gert Winter (derecha, abajo).
Los acantilados eran ideales para la señalización costera y la recepción de los botes (mayoritariamente de pescadores de Mar del Sud, que coincidentemente eran alemanes que recibían una mensualidad que les pasaba la Embajada alemana desde Buenos Aires) que trasladaban hasta las costas a personal bajados de los U-Boots nazis.
Las idas y vueltas de las pequeñas embarcaciones pesqueras, o incluso botes de goma, se repetían una y otra vez con el objetivo de proveer vituallas a la Kriegsmarine (la Armada alemana).
El Golf Club Hotel de Miramar era una “baliza” para la Kriegsamrine coordinada con la estancia ubicada en la localidad bonaerense de Moromar (donde funcionaba -y aún existe- una estancia manejada por el consorcio alemán Lahusen, y luego por la Sociedad SAFICO) y Mar del Sud, junto con el faro de Punta Mogotes, en Mar del Plata.
La Ettapendienst a pleno, 1937. Foto publicada en el libro “La ruta del dinero de los nazis argentinos” de Pedro A. Filippuzi.
Cuando los alemanes llegaban a la costa (generalmente a altas horas de la noche), lo transportado era ingresado a un túnel trabajosamente cavado en la piedra del risco; un intimidante pasadizo de 42 metros conservado hasta nuestros días y que atraviesa bajo tierra la actual Ruta 11 (conocida como Interbalnearia) hasta una antecámara muy espaciosa ubicada en los subsuelos del hotel.
Allí se guardaba -con premura y sumo cuidado- todo lo descargado de los submarinos o buques alemanes que navegaban las aguas entre Miramar, Mar del Sud y Moromar, en cercanías de la localidad de Necochea, donde se ubicaba (y aún lo hace) la mencionada estancia “Moromar”, que contaba además con una doble pista de aterrizaje (todavía existente) preparada para el aterrizaje de aviones de gran porte, como los Junkers alemanes.
Estancia “Moromar”, con su doble pista de aterrizaje. Foto: archivo de Marcelo García.
Otro lugar de habituales reuniones de agentes nazis era la cantina del lugar, llamada “Rauchen Verbotten”, y en las paredes del hall principal se exhibían las fotografías de los 33 golfistas de handicap master que representaban al Club, de los cuales 32 eran agentes encubiertos de la mencionada Ettapendienst.
De hecho, el campo de golf era la perfecta tapadera utilizada por la organización secreta de los nazis, algo que permitía que “instructores” viajaran ida y vuelta hacia y desde la Alemania del Tercer Reich, mientras que su verdadera ocupación era la de hacer espionaje para el régimen de Adolf Hitler.
Ahora esta historia sale a la luz por el valioso aporte del ingeniero Pedro Alberto Filipuzzi, un reconocido investigador de la temática nazi y su estrecha relación con la Argentina, quien gracias a los relatos de su padre –Héctor Alberto Filipuzzi**- ayuda a desentramar una historia digna de una película de intriga y misterio.
Filipuzzi padre fue testigo en primera persona de muchas de las cosas que sucedieron en el Hotel Golf Club de Miramar porque durante sus jornadas libres de trabajo en la “Fraternidad Ferroviaria” cumplió con tareas de mantenimiento en el lugar.
Héctor Alberto Filipuzzi había trabajado desde mediados de los años ’50 en la Estancia San Ramón, en Bariloche, donde pudo conocer a Rodolfo “Rudi” Freude (hijo de Ludwig Freude, el financista que era custodio de los intereses alemanes en el país); quien era jefe de la División Informaciones, antecesora formal de los Servicios de Inteligencia del Estado y mano derecha del presidente Juan Domingo Perón, a la vez que encargado de permitir el ingreso de nazis a la Argentina.
El Hotel Golf Club en la actualidad y Héctor A. Filipuzzi, testigo de las actividades nazis en el lugar.
No era menor el contacto de Héctor A. Filipuzzi, y fue por esto que algunas veces hacía trabajos en Miramar, donde tomó conocimiento del misterioso túnel que aquí presentamos.
Gracias a los relatos de Pedro Filipuzzi, se pudo saber que las cosas que se descargaban de las naves alemanas en las costas de Miramar eran llevadas por el pasadizo disimulado en la roca por vías de trocha angosta (similares a las de las minas), que ya no existen, pero que estuvieron visibles hasta hace al menos diez años.
También, de los datos aportados por Filipuzzi -y según los relatos de su padre- surge que en las instalaciones del Club se encontró una máquina "Enigma" (para mensajes cifrados de los alemanes), mientras que la zona costera fue identificada como la de la llegada -en 1943- del velero "Passim" (también mencionado por varias fuentes como "Santa Bárbara") a la Argentina con varios agentes nazis en misiones encubiertas-
No cabe dudas, el hotel de Miramar fue un importante centro de entrenamiento de la Ettapendienst. Allí se reunían periódicamente el agente nazi Thilo Martens con representantes de la empresa naviera “A.N. Delfino y Cía.”, propiedad de Antonio Delfino, de la cual también era accionista Gottfried Sandtsede, el encargado de prensa de la embajada alemana en Buenos Aires. Otros que asistían a las reuniones secretas eran los enviados de la organización nazi "Ferrocarriles Alemanes". Desde el Golf Club Miramar, se manejaban las claves "Enigma" y se hacía reconocimiento fotográfico de base y aéreo, con el objetivo de hacer más sencillas las tareas de espionaje.
El hotel, y estos operativos (en los que el túnel era fundamental) están mencionados en los interrogatorios a los espías nazis que actuaban en la llamada "Red Bolívar", el complejo sistema de radios clandestinas operado por el nazismo en toda Sudamérica. Los testimonios fueron transcriptos en el Segundo Sumario de espionaje alemán. Además, Otto Wermuth, el capitán del submarino nazi U530 que desembarcó en Mar del Plata en julio de 1945, mencionó a Moromar y al hotel de Miramar como alternativas para el previo desembarco. En la desclasificación del interrogatorio aportó este importante dato.
Conforme datos de la época, Wermuth hubiera hundido el submarino en las cercanías del Hotel Golf Club de Miramar si Alemania no se hubiera rendido, para no entregar el sistema Snorkel de su nave que venía de patrullar durante veinte días las costas de New York en los Estados Unidos. La catastrófica derrota alemana, lo llevó a rendirse en Mar del Plata y más tarde negociar un mejor trato con los norteamericanos ayudándolos a entender detalles del capturado U530, pero esa es otra historia.
Actualmente el club se llama "Cardon Miramar Links Hotel" y sus nuevos propietarios conocen perfectamente la historia. La leyenda continúa gracias a los fantasmas que aún sobrevuelan el lugar. La gente de la zona lo conoce como el "Hotel de los alemanes", también como el "Hotel de los nazis" o simplemente como el "Hotel de los submarinos".
El túnel se conservó y aún guarda miles de secretos.
Fuente: Marcelo García / Diario 26.